Notas de un lector

Profesores poetas

El libro, con buen criterio, ha sido dedicado a Consuelo Burell Mata (1911-1990) “en agradecimiento a la generosa donación de su valiosa biblioteca, y como homenaje al centenario de su nacimiento”:

  • Profesores poetas

El filósofo suizo Hans Grapp escribió, hace ya mas de dos siglos, que “los docentes que además de impartir sus enseñanzas, tenían  en su interior la vocación poética, eran un lujo para toda sociedad que se preciara de ser emprendedora y creativa”. Sus palabras cobran actualidad y relieve, a la hora de enjuiciar y dar la bienvenida a este “Octavo Cuaderno de Profesores Poetas.(Curso 2011-2012)”, que propicia el I.E.S. segoviano “Francisco Giner de los Ríos”, y que ha coordinado Eduardo Sánchez Fernández.

El libro, con buen criterio, ha sido dedicado a Consuelo Burell Mata (1911-1990) “en agradecimiento  a la generosa donación de su valiosa biblioteca, y como homenaje al centenario de su nacimiento”: una  mujer que tuvo la suerte de contar como tutores y profesores a Antonio Machado, a Pedro Salinas, a Rafael Lapesa, y como alumna a Carmen Laforet.

     Prologa el volumen, con unos versos de Antonio Machado de cabecera, Mª del Carmen Truchado; suyas son estas palabras reveladoras de un noble propósito, que viene a sumarse al recuerdo y homenaje de Consuelo Burell: “En este año en que Segovia va a presidir la Red de Ciudades Machadianas, cuando se cumplen setenta y tres años de la muerte del poeta, un grupo de profesores y maestros, aprendices y amantes de la poesía, queremos desde esta publicación recordar asimismo al que, tras ser discípulo aventajado de don Francisco, fue maestro también en esta tierra nuestra”.

     Veinte son las provincias representadas, alfabéticamente ordenadas desde Albacete a Zaragoza, con un total de cincuenta y cinco poetas, de los cuales se llevan la palma los segovianos (con dieciséis, seguidos de madrileños (nueve), leoneses (cinco), sevillanos (tres) y gaditanos (tres).
De estos últimos, me es grato destacar la aportación de Amaya Zulueta, del I.E.S. “Alminares” de Arcos, que escribe en su “Poema Nº 7”: “Las caderas hirientes de la joven/ en medio de las horas  y el gris de Vermeer (…) El limo de la tarde con su aguja/ por las muselinas y los encajes”.

     No es fácil extraer, de tan nutrida muestra, ejemplos significativos. O, por el contrario, se me podría objetar que, precisamente por esa misma razón -su abundancia- la elección resulta fácil. Me estoy refiriendo -y aclaro mis palabras- a ejemplos que pudieran resumir una actitud poética, un rasgo diferenciador, un estilo común. No hay tal: porque cada poeta está representado por un único poema, y el resultado -temático, formal- es sin duda diverso. Lo que no debe sorprender -a un lado la intención homenajeadora -, es “la vocación poética”, por decirlo con Grapp, del profesorado de todas las regiones de España, y la riqueza que ello supone para el conjunto de nuestra sociedad.

     Esa variedad que digo, es la que, a veces lleva al verso a replegarse sobre sí, como en el sugestivo poema octosilábico de Camino Ochoa: “Los versos no tienen patria,/ los poetas los alumbran/ para que el viento y el mar/ arrullen nuestros espíritus (…) Son la belleza del todo/ que nos libra de la nada”; o a desplegarse, sosegado, como en el “Temblor”, de Jesús Cárdenas:
”Tiemblan las hojas hoy. Un soplo vivo/ zarandea el naranjo. La flor blanca/ es parte tuya. Levantan el vuelo/ grandes enigmas sobre blandos labios”. Una vez más, la elegancia del endecasílabo, cuando se maneja con buen pulso.

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