Hay muy pocos cantantes como Manolo García. No sólo en el plano artístico, sino en el personal. Quizá por eso el público le responde como le responde y cumple con lo que él mismo dice cuando sube a un escenario y da las gracias “no sólo por venir, sino por estar. Venir es muy fácil, estar es más difícil”.
El público “está” en los conciertos de Manolo García, pero es porque Manolo García también “está”. Es un trabajador del escenario, además de un magnífico cantante y compositor, y eso se traduce en una humildad que cala, que deja huella y que la ha dejado en varias generaciones que se pudieron ver en la noche del domingo en San Fernando, en la más que centenaria plaza de toros inaugurando los grandes acontecimientos del verano isleño.
Comenzar, sólo con el piano, con Disneylandia, ya decía mucho de cuál iban a ser los derroteros del concierto, más de dos horas de cara al público, sin trampa ni cartón, con mucha cuerda y poco estrambote, con mucha seguridad en sí mismo y en los que estaban delante. Estaba dispuesto a sacar a relucir todo lo mejor que ha dado en su carrera, en una selección de temas elegidos por él, pedidos por el público, al que complació siempre, a veces por partida doble.
Sencillo en la puesta en escena, perfecto el sonido y la luz, magnífico el ambiente, también fue reivindicativo con la situación actual del país, con los problemas que acucian a la gente sencilla que había allí, de muchas edades, de mucha condición, cómplices todos, más de 2.500 almas –un mundo para como están las cosas y para la poca gente que suele ir a los conciertos en La Isla, menos cuando al día siguiente trabajan los que aún tienen trabajo- como fue reividicativo en la música, con ese último tema Insurrección, con el que homenajeó a Miguel Ríos, que lo versionó.
La gente, una vez más en La Isla, en San Fernando, un ratito a pie y otro caminando, salió contenta y con ganas de más, que es la mejor forma de salir de un concierto en el que al final Manolo García se llevó el carnet y la camiseta del San Fernando CD, el equipo de la tierra, de manos del nuevo presidente de la entidad. Para bordar la noche, faltaría más.
Pormenorizar sobre el concierto resulta baladí. Fue un todo al que todos contribuyeron, una muestra de que la sencillez y la calidad llegan a todos y se forma esa magia que hace posible que todavía se sigan llegando plazas de toros con espectáculos sólo al alcance de muy pocos. Como Manolo García, por ejemplo.
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