Ha sido uno de los grandes triunfadores de la recién finalizada temporada taurina y uno de los matadores del momento, es isleño y se llama David Galván. Días atrás, el maestro ha estado delante de las cámaras de 7TV San Fernando para hacer un balance del año mágico que le he deparado el mundo de los ruedos.
Comenzó la temporada en enero en Manizales en Colombia donde cortó una oreja y luego en la plaza mejicana de León cortó cuatro, siendo el preludio de esta gran temporada. Se trajo por aquel entonces la Zapatilla de Plata de aquella ciudad.
—Fue un inicio de año 2024 muy importante con dos citas con un nivel de repercusión muy grande, ya que tanto Manizales como León son dos plazas de primera categoría. Saborear el triunfo en ambas fue muy especial. En Manizales fue una tarde en la que la afición se entregó por lo que vio de mí en el ruedo y hubo una comunión perfecta en mi presentación. Tanto es así que en 2025 repetimos en la Feria de Manizales en enero. Luego estuvimos en febrero en León con ese triunfo también tan bonito. Aparte de las cuatro orejas, lo verdaderamente bonito fue el poder expresarme como torero en un país tan especial como México, con tanta tradición. Y dentro de una Feria como la de León, a la que van toreros tan importantes, el haber recibido esa Zapatilla de Plata era una motivación grande para seguir con el año en Europa.
Además de su año triunfal en el mundo del toreo en este 2024, el pasado mes de febrero protagonizó el cartel de la Primavera en Sevilla, ¿cómo definiría esa experiencia?
Como torero y como artista siempre he intentado alimentarme de otras artes, en este caso de la artes plásticas que me encantan. Creo que me aportan para poder expresar después mi toreo de una manera con más sensibilidad, con otro tipo de expresión. De ahí viene un vínculo especial con varios artistas y, en este caso, del cartel de la Primavera de Sevilla el artista que lo ejecuta es Antoine Cas, al que en ese momento no conocía de nada. Se pone en contacto con mi equipo y pide permiso para poder pintarme porque quería que mi figura fuera el eje fundamental de su obra, que le fue encargada por el Ayuntamiento de Sevilla. Para nosotros fue un privilegio y un placer, no sólo por el hecho de que me pintara a mí, sino que más allá de eso me sentía muy orgulloso porque el eje fundamental era algo conseguido a través de la figura del toreo, lo que emana más allá del ruedo. Le estoy tremendamente agradecido porque hizo una obra magnífica, en el que el eje fundamental era una figura mía que simbolizó la tradición en su máximo esplendor de Sevilla.
Y luego en mayo le llegó la confirmación en Nimes, que había sido pospuesta en 2019 por una cogida que le provocó la rotura de un brazo. En ese cartel estaban Enrique Ponce y Talavante.
—Es uno de los marcos más especiales que un torero puede pisar. El coliseo de Nimes es un coliseo romano antiquísimo, donde la historia se ha escrito allí y ahora se usa como plaza de toros. Fue un sueño confirmar mi alternativa en ese escenario y encima con un cartel de lujo. Todos estos años había triunfado en Francia en plazas de menos relevancia, pero se ponía en evidencia en este 2024 que todos esos triunfos en años anteriores te abrían la puerta de estar en escenarios de primer nivel.
¿Cómo es la compañía del maestro Ponce en el ruedo?
—Es un referente para todos los toreros por currículum, por historia y por peso en el toreo. Uno llega al ruedo y, en primer lugar, se mide con admiración. Recuerdo cuando yo apenas estaba empezando y cogía el tren para ir a El Puerto a ver las corridas de verano que protagonizaba. Y ahora verte de tú a tú en el ruedo es muy bonito y, además, es una motivación para estar a la altura y poder dar tu mejor versión.
Y luego le llega esa tarde del 22 de mayo para el recuerdo en Las Ventas en la Feria de San Isidro.
—Fue un día que ha supuesto un punto de inflexión en mi carrera, personalmente también. Fue el día que cobró valor todo lo trabajado y todo lo vivido hasta ahora. Gracias a Dios en el escenario más importante del mundo pude dejarme llevar y que la inspiración y mi personalidad como torero fluyera en plenitud. Fue una faena en la que me dejé llevar, no tenía nada planeado. Lo que sí tenía claro es que tenía que mantener en todo momento la fe, ya que era mi último toro en la Feria. Iba a ser yo mismo, con mi singularidad como torero y mi personalidad puesta en escena. Me dejé llevar y surgió la magia. Fue la faena más especial e importante de mi carrera hasta ahora. Fue el punto de inflexión que necesitaba, que deseaba, que buscaba y que al final encontré.
¿Sintió crujir Las Ventas?
—Por supuesto y cada muletazo que pegaba, necesitaba seguir sintiéndolo. Cada uno de ellos no eran oles, sino rugidos de la plaza. Cuando miraba al tendido después de rematar la tanda y veía a la gente en pie, necesitaba seguir, seguir, seguir…, con esa fusión con el toro. Y rubricar la obra como merecía con un final por arriba y viendo como la gente se emocionaba. Una de las cosas más bonitas que recuerdo de esa tarde fue cuando miraba a la gente y la veía llorando. Luego en la vuelta al ruedo, más allá del triunfo, fue sentir la unanimidad. Dentro de la exigencia que siempre hay en Las Ventas de Madrid, convergen muchos aficionados con muchísimos criterios dispares entre ellos. Por eso sentir esa unanimidad fue muy reconfortante y fue el preludio de la repercusión que ha venido después. Que seis o siete meses después siga la gente recordándome esa faena… Hay aficionados de bastante edad que han visto muchísimos toros y que te digan que después de haber visto 15.000 corridas entre las cuatro mejores está la tuya, eso es lo bonito. Yo entiendo el toreo como un ejercicio de orden espiritual que lo expreso, y eso que expreso yo sueño en que trascienda y deje huella en la afición.
Hubo unanimidad en la plaza, pero quizás no la hubo en cuanto al número de trofeos…
—Yo fui el primero que viendo como literalmente se caía la plaza también lo pensé. Cuando conseguí el trofeo y di la vuelta al ruedo veía a muchos aficionados marcándome el número dos con los dedos de la mano. De todas formas estoy feliz, contento y agradecido por cómo ha transcurrido todo. Y es que creo que el peso de la faena y de la tarde en sí, erradicó también en eso, es decir, que haya sido una unanimidad sin discrepancias y que incluso se pedía más.
Una actuación que le valió dos trofeos de torero revelación por parte de la empresa que lleva la gestión de Las Ventas y también la del Real Casino de Madrid, junto al el Trofeo Manolete a la mejor faena que otorga la Casa de Córdoba en la capital de España.
—Eso va un poco a colación con lo que le he comentado antes. Hay muchas veces que las faenas trascienden y dentro de una Feria de San Isidro, donde hay 30 días de festejos de toros, que hayan elegido la mía como la mejor es muy bonito dentro de ese deseo que tiene uno de dejar huella en la afición. Y el del torero revelación es también muy especial porque es un poco sinónimo a que Madrid te ha descubierto. Que la gente se ilusione con un nombre nuevo es muy bonito. En todas las ferias a las que he ido después me recordaban la faena y tenían la ilusión de ver la personalidad de David Galván. Sentir eso era muy bonito, pero a la vez te llenaba de responsabilidad, una responsabilidad que la vez era muy ilusionante.
Y luego fue a la Feria de la Hoguera y también se llevó el Trofeo Triunfador de la Juventud Taurina, ¿qué bonito premio no?
—Sí, por supuesto. Sales de Madrid como una revelación y eso hace que se cree mucha ilusión y, sobre todo, en la afición joven. Cuando fui allí, antes de entrar en la plaza esa juventud taurina estaba muy ilusionado en verme y corresponderle esa tarde con un triunfo fue tremendo. Soñaba con estar en esa Feria de Alicante.
Una de las actuaciones más completas de este año ha sido la de Manzanares con cuatro orejas y además el Trofeo Sánchez Mejías como triunfador de la feria.
—Una tarde muy redonda y en la que me sentí mucho en la plaza. Además coronada con un trofeo de tanto prestigio, que me servía a nivel personal para seguir motivándome para el resto de una temporada que estaba siendo ilusionante, ya que aquello fue por el mes de julio. Me dio mucha moral para seguir en la senda.
La siguiente parada le llevó a su tierra al sur con corridas en Algeciras, El Puerto y San Roque.
—Sentí el cariño de toda la afición de mi tierra y, además, fue muy bonito el hecho de ver como en esta temporada tan especial regresaba a la plaza de El Puerto, que hacía años que no pisaba. Y esa tarde sentí como la gente que se congregaba en la plaza asistió con un carisma especial a verme de nuevo. Disfruté muchísimo. San Roque y Algeciras también fueron especiales, pero sin lugar a dudas El Puerto de Santa María porque era mi reencuentro con esa plaza y, además, en el momento de la temporada en el que me encontraba me valió para dar un salto cualitativo más.
Fue un mes agosto genial con una oreja en Málaga, dos en San Sebastián, otras dos en Dax y tres en Istres, estas dos últimas de la temporada francesa.
—Todas las corridas son importantes de principio a fin, pero hay momentos en los que tienes que apretar el acelerador y un poco se ve el fondo de capacidad del torero. Si algo tenía claro era que tenía que mantener mi personalidad marcada, por esa por la que la gente se había ilusionado, pero también tenía claro que tenía que mantener la regularidad en el triunfo. Y el mes de agosto era clave, porque tenía muchas ferias importantes y seguidas prácticamente. Plazas en las que eran muy difíciles triunfar y en muchas de ellas salí a hombros.
Y para cerrar temporada una plaza emblemática como Pozoblanco y luego en Zaragoza, donde se escapó el triunfo porque el presidente así lo quiso. De todas formas de allí se trajo el Premio al Valor de la Diputación.
—Si hablábamos antes de la tarde de Madrid y del peso que ha tenido, puedo decir que en otro baremo está también la de Zaragoza. Quizás la de San Isidro fue una tarde en la que se puso en evidencia la personalidad de David Galván, mientras que en la capital maña en el primer toro se puso en evidencia ese tipo de toreo en el que pude disfrutar bastante y logre una de las faenas más rotundas de la temporada. Sin embargo el segundo toro fue de los más complicados de la temporada, con mucho peligro y muy difícil. Me mantuve firme con él y sabía que tenía que dar el paso hacia adelante. Pisar la línea de fuego que separa el reconocimiento total del triunfo del no hacerlo y quedarte a medias. Gracias a Dios lo hice y lo rubriqué con una estocada muy importante. La unanimidad en la plaza fue tremenda hasta el punto de que días después me condecoran con ese Premio al Valor, uno de los más antiguos que existen. Me quede con una sensación personal de que muchas veces lo que está de parte de uno, es lo que tiene que poner en escena. Lo demás con circunstancias que ya uno no puede controlar. Pero al final todo tiene su recompensa y Zaragoza ha sido un punto muy álgido en el final de temporada.
Le tocó cruzar el charco y llegó Perú, donde tiene ya nueve puertas grandes consecutivas. Tras el nombre de Roca Rey, quizás el que allí más suena es el suyo.
—Perú ha sido un país que me ha acogido con los brazos abiertos y he vivido tardes muy especiales y bonitas. Allí he mantenido un idilio muy grande, tanto con el cariño de su afición como con el triunfo. Sin ir más lejos, he toreado la última tarde en Lima en su gran plaza de Acho en la Feria del Señor de los Milagros, que también era un sueño ya que es una plaza de primera categoría en la que es muy difícil torear, pero este año gracias a Dios y por meritocracia hemos podido estar y triunfar.
Le queda Méjico con la Méjico.
Eso es un sueño que tengo muy presente y que creo que cada vez está más cerca.
Y volviendo a Méjico y tras su paso por Perú, llamó mucho la atención el detalle que tuvo usted en Aguascaliente con los afectados por la Dana.
Que menos. Por mi parte lo único que podía hacer era expresar públicamente mi sentir y que mi entrega delante del toro dignificara el brindis que hice. Cuando brindas un toro ese significa mucho, porque adquieres un compromiso acorde al brindis que haces. Sentía a cada momento lo que estaba pasando y quise poner el foco de mis energías toreando para toda esa gente que se vio afectada por la tragedia.
También ha sido destacada esta temporada su presencia en varios festivales.
Tienen su encanto. Empezamos el año en el de Arcos de la Frontera a beneficio del Proyecto Por una sonrisa destinado a buscar fondos para tratamiento de niños oncológicos, y son tan agradecidos esos niños que el día que toree en Algeciras estaban en el hotel esperándome luego para darme una sorpresa y un abrazo, que para mí fue el mayor triunfo de todos. Son festivales que cada uno tiene su personalidad y su idiosincracia, además de ser bonito el sentir a la gente que acude porque estos festivales marcan un poco las raíces del pueblo. El más antiguo que hay es el de Chinchón, que me hizo especial ilusión porque allí suelen ir los triunfadores de la temporada. Fue como refrendar un año muy especial.
26 corridas de toros y cuatro festivales; 19 puertas grandes, 57 orejas y dos rabos… ¿Cuál ha sido el toro de la temporada?
—Por supuesto Embeodado del 22 de mayo en San Isidro.
¿Y la tarde y la faena más completa?
Esa también, es la faena de mi vida por ahora.
¿Ha disfrutado del capote?
—Mucho, mucho. Ha volado de una manera más fluida, diferente y donde ha habido tardes en las que me sentido mucho con él. Una muy especial fue la del primer toro de Dax de la ganadería de Juan Pedro Domecq.
A la hora de elegir la confección de los trajes, ¿es cosa suya o le asesoran?
—Me gusta elegirlos, prácticamente lo consensúo con mi persona de confianza que es Miguel, pero es verdad que me hace ilusión crearlos y confeccionarlos. Me los hace Sastrería Fermín y una vez allí también conversamos y sacamos puntos de vista. Lo que sí me gusta es que el traje sea un reflejo de la personalidad del torero. Intento que mis trajes tengan una base de bordados clásicos, pero con toques contemporáneos. Quiero que marquen personalidad y no sean uno más. Por ejemplo tengo uno de color aguamarina y plata, que es la primera vez que se hace en la historia, , con un bordado antiquísimo que ya no se hacía que ha rescatado la Sastrería Fermín para nosotros.
Por último, ¿por quién quiere brindar de cara al año 2025?
Brindo por todas esas personas que han confiado y que se han sentido siempre ilusionadas por David Galván, por la personalidad que tenía que desarrollar en el ruedo y que creo que este año lo han visto en el sitio donde soñaban en que estuviera. También por esas personas que han ilusionado al descubrir a un torero distinto y, en conjunto, brindo porque todos ellos sigan creyendo porque lo mejor está por llegar.
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