Entre las agresiones que aparecen detalladas en la sentencia, figuran insultos, golpes en la cara con un palo de escoba, amenazas de muerte y hasta bocados.
En concreto, se condena al acusado por dos delitos de amenazas, dos más de lesiones, y un delito de malos tratos habituales.
Los hechos se produjeron en fechas alternativas entre 2008 y 2010, y entre los motivos detallados en la sentencia figuran los cambios de ánimo que la ausencia de drogas producían en el acusado.
En una de las agresiones, a finales de 2009, golpeó a su compañera con un palo de escoba en la cara, lo que le produjo graves daños en el globo ocular, requiriendo de una operación para implantarle placas alrededor del ojo.
En mayo de 2010 se produjo la última paliza, después de la cual la víctima denunció, algo que no había hecho antes por miedo a las amenazas de muerte y por los arrepentimientos del acusado.
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