Andalucía

Las barbas del vecino taurino

La declaración de la tauromaquia en Francia como patrimonio cultural inmaterial evita su prohibición en los santuarios del toreo galo

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En Nimes, en Mont de Marsant, en Arles, y en otra treintena de localidades del sur de Francia, respiran más tranquilos desde que se anunciara la inclusión de los toros en el listado del patrimonio cultural inmaterial del país vecino. La decisión, auspiciada por los defensores de una tradición que se ubica geográficamente en la mitad meridional del territorio francés, evita lo que temían los colectivos defensores del espectáculo: que los numerosos puntos de contacto con la Cataluña antitaurina acabaran por contagiar la corriente que llevó a la prohibición de la fiesta nacional en la comunidad autónoma española. Así de sencillo era proteger lo que en Andalucía, en Valencia, en Castilla La Mancha, Extremadura o incluso en la propia autonomía catalana es, además de una manifestación cultural con profundas raíces históricas, una forma de vida y una industria por sí misma.Una vez más, los franceses demuestran agilidad e inteligencia a la hora de defender lo suyo, por encima de influencias que nada tienen que ver con su propia tradición. En Beziers, en Brocas-les Forges y en otras muchas plazas históricas en las que también triunfaron matadores españoles -alguno incluso de origen catalán-, seguirá habiendo corridas de toros, por la decisión de sus defensores de echar sus barbas a remojar, como recomienda el dicho, cuando vieron cortar las del vecino.

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