Pensamos quince o veinte veces en Gaza cada día y es solamente eso. No se salva un niño o una anciana. Israel participa en los Juegos Olímpicos como si nada, porque papá Estados Unidos lo decide así. Rusia, por igual invasora, no puede competir y es lo justo, que menos.
Presenciamos un genocidio en los medios, Acnur te pide tu firma, pasan meses y meses de asesinato atroz. Edificios levantados desde sus cimientos sin que nadie mire sus nombres: escuela, hospital, mercado, viviendas de civiles.
Hace tiempo que dijeron adiós a la electricidad y al agua corriente. La gente protesta porque con la sequía, no hay duchas para quitarse la arena de los pies en la playa.
Escribo de nuevo sobre el drama ya eterno de Gaza, cuando quizás a todo el mundo la noticia le parece vieja. Tened presente que los que perderán la vida hoy mientras lees estás líneas, la encontrarán de rabiosa actualidad, porque hoy en Gaza, la muerte volverá a horrorizarse de la brutalidad humana.
Sí ya tenemos que desviar la mirada al ver enterrar a los niños y cerrar los oídos a sus llantos, no olvidemos que falta el olor de la guerra. Nada impacta tanto como ver, oír y además oler. La miseria no es miseria hasta que se huele.
La industria del armamento no da abasto, no se menciona nunca la cantidad de países que contienen fábricas de guerra. Mucha gente se sorprendería al constatar los datos, todo nos resulta tan ajeno.
Muchos israelíes están en contra de las acciones de su Gobierno, pero hay gente que se sienta en un trono de sangre con total impunidad.
Qué tarde se está haciendo para sentar en un tribunal de crímenes contra la humanidad a Benjamín Netanyahu.
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