La asociación de consumidores mantienen que, sin entrar a valorar las connotaciones económicas que rodean esta celebración, este acontecimiento sociocultural y el ingente movimiento económico que comporta difícilmente pueda sustraerse de una creciente mercantilización de su entorno y de la creación de todo un mercado.
Según UCE, hasta hace algo más de una década ese mercado cofradiero quedaba restringido a los enseres e indumentarias propias de quienes participaban en la celebración. También existía un muy importante flujo económico con epicentro en la hostelería y restauración que dinamizaba notablemente la actividad empresarial local, aunque como algo complementario a una celebración en la calle y con fuerte atracción turística.
En la actualidad, este mercado cofrade "no conoce límites" ni en el comercio tradicional ni en el virtual, ya que las nuevas tecnologías han propiciado las tiendas en la red con una oferta alternativa de productos de todo tipo, a veces para desesperación de las propias hermandades que contemplan como reproducciones de sus imágenes o símbolos generan sustanciosos beneficios mercantiles a terceros.
El informe trata los diferentes gastos que conlleva la participación en los cortejos procesionales con hábito penitencial o como portador de los pasos y tronos. De este modo, difícilmente se puede participar en una estación de penitencia por un coste inferior a 150 euros si hay que proveerse del hábito penitencial y abonar las cuotas y limosnas establecidas a tal efecto.
Sin embargo, el coste puede ser muy superior en aquellas corporaciones con indumentaria de tejidos nobles (terciopelos, merinos o brocados) y otros elementos de lujo (cíngulos y escudos en hilo de oro o zapatos con hebillas de plata) aunque siempre existan sucedáneos más económicos que permitan asimilar el gasto.
También hay que destacar el mundo de los costaleros o cargadores de tronos y pasos, igualmente diverso y en el que los costes mínimos en sus versiones más modestas se sitúan en unos 60 euros, aunque se pueden incrementar notablemente en función del virtuosismo que empieza a hacer fortuna en los diferentes componentes de su indumentaria (camisetas o costales pintados o bordados, prendas de abrigo realizadas y diseñadas ad hoc, fajas y correajes deportivos de alto rendimiento, sesiones de preparación físico y tratamiento de secuelas).
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