Esta cartografía es una eficaz herramienta de trabajo para la gestión diaria de los espacios naturales andaluces, así como para conocer la distribución de las comunidades vegetales y de aquellas especies de interés para la conservación, bien por estar bajo alguna figura de protección o por encontrarse amenazadas o en peligro.
Así, estos mapas son fundamentales para la elaboración de los Planes de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN), estudios de impacto ambiental, ordenación forestal y planificación de repoblaciones forestales. La cartografía permite también informar de la presencia o ausencia de determinadas especies vegetales, así como vincular la vegetación con las características físicas del territorio (suelo, clima o pendiente). En caso de incendio u otra intervención drástica sobre el medio natural, se describe detalladamente la vegetación anterior y la que potencialmente puede adaptarse mejor a las características del medio, cuestión de extraordinaria importancia para garantizar el éxito de las actuaciones de restauración y recuperación del ecosistema afectado.
Los trabajos, que se iniciaron en 1996, han permitido cartografiar una superficie de 4.999.998 hectáreas, de las cuales 4.544.047 corresponden a vegetación natural. Estos mapas se han realizado a partir de la interpretación de las distintas manchas de vegetación que se visualizan en las ortofotografías aéreas y con los datos obtenidos en los trabajos de campo que han llevado a cabo los equipos de trabajo de las distintas universidades andaluzas y empresas especializadas.
La información generada, integrada en un Sistema de Información Geográfica (SIG) que se puede consultar en la web de la Consejería dentro del canal de la Red de Información Ambiental (REDIAM), consta de una parte gráfica y de otra alfanumérica, relacionadas entre sí. La gráfica está constituida, por un lado, por un conjunto de polígonos que representan las zonas con vegetación natural y delimitan superficies del terreno homogéneas en cuanto a la estructura de la vegetación y composición florística; y por otro, de puntos que reflejan la localización de los muestreos realizados. La parte alfanumérica recoge parámetros bioclimáticos, usos y coberturas del suelo, potencialidad de la vegetación, comunidades vegetales o especies dominantes, entre otros aspectos.
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