Notas de un lector

La ventura del vivir

La autora albaceteña ha vertebrado un poemario donde se imponen la honestidad y la belleza

Publicado: 05/03/2024 ·
11:07
· Actualizado: 05/03/2024 · 11:07
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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En el amplio abanico que conceden las tipologías del amor, la materno-filial ha dado al mundo de la creación una extensa variedad de sugerentes protagonistas y escenarios.

Ese cordón umbilical que se corta en primera instancia pareciera, sin embargo, metáfora del camino que principia la vida. Porque, tal cesura, no es sino una forma en que el destino se complace en su propia paradoja. Con dicha desunión comienza, al cabo, la más hermosa de las aventuras que puede afrontar el ser humano: la crianza y vivencia de un hijo o una hija.

Dejó escrito George Herbert que “una buena madre vale más que cien maestros”y, no le faltaba razón al poeta y orador inglés, pues en la enseñanza, el empeño y la complicidad maternales cabe la arcilla mejor desde que la que aprender.

Y traigo a colación estos apuntes tras la grata lectura de “Aviones de tinta y de papel” (Ayuntamiento de Castellón, 2023) de Pilar Geraldo, con el que obtuviera el X premio internacional “Alcap”.

La autora albaceteña ha vertebrado un poemario donde se imponen la honestidad y la belleza, y donde ahonda en un íntimo retrato en el que surgen dudas y certidumbres tan propias del diario acontecer. El grueso del volumen es una honda introspección sobre esos lazos que nos sostienen unidos al ámbito de lo filial, a todas las etapas que se suceden al par de esa mudanza que conlleva el milagro de vivir.

En su prefacio, Ana María Romero Yebra anota que “entrar en este libro es entrar en el corazón habitado de una mujer (…) que escucha las voces interiores que pasan a través de sus sentidos, las anuda, las entrelaza, las escribe y van iluminando su cuaderno con palabras”. Palabras, sí, que son, a su vez, un diálogo emocionado si reflexivo, pues detrás de lo almado late, también, la verdad de lo racional: “Yo te anhelé/ como el campo a la lluvia si clama el estiaje./ Con empeño aguardé la savia que manaba/ y se hizo vaso el limo entre mis manos/ en el torno imparable de la vida”.

El libro se presenta como un canto único y unitario, como una balada de los años idos y por venir, donde la acordanza se torna vigencia y futuro. Hay poemas verdaderamente emotivos (“Cadencias”, Néctar”, Cometa”…), turbadores (“Tatuaje”, “Alas”, Sedal”…), unánimes (“Camuflaje”, “Silencio”, Supervivencia”…), y, todos ellos, aunados por un verso muy bien ritmado, abarcador de un mensaje común, y con el que Pilar Geraldo ha sabido bucear en sus adentros para sacar a flote un decir puro, desnudo, transcendido en su reveladora semántica: “En el siseo de la noche,/ sin temer la ventura, a solas, del vivir,/ soy náufrago contigo./ Batallo con la duda por no pagar peaje/ y bebo de tu sed la voz en tu mirada,/ el ansia de placeres, la flor seca del páramo/ hasta que la palabra hilvane sombras/ y teja sueños el sedal (…) ¿Qué hemos hecho con tantas palabras nunca dichas?”.

 

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