“No me voy a convertir en una estatua”, dijo el autor tras declararse feliz ante los medios llegados a la capital escandinava desde todos los confines, con los que conversó, en español y en inglés,sobre literatura y también sobre la actualidad política y social.
En esta comparecencia en la Academia sueca, que albergará en su gran sala el discurso de recepción del Nobel de Literatura, el laureado escritor, acompañado por su esposa, Patricia, apareció con un semblante serio, hasta el punto de que un informador peruano le solicitó “una sonrisa a don Mario”.
Así, más distendido, el autor de La Fiesta del Chivo, vestido con un traje oscuro y camisa rosa, conversó tanto de literatura como de la coyuntura política y social internacional.
La Academia sueca valoró la narrativa del autor de “La casa verde” por su “cartografía de las estructura del poder” y las “aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo”.
Y es que, para el autor de La guerra del fin del mundo, la función más importante de la literatura es “enriquecer
nuestras experiencias con historias imaginarias que den mayor profundidad a nuestras ideas, enriquezcan nuestra sensibilidad y aumenten nuestra desasosiego y actitud critica frente al mundo”.
El autor de La tía Julia y el escribidor, que en el mundo de la fábula no quiere “dar mensajes” y sí “contar historias, es bien conocido por su compromiso político.
“Soy liberal, alguien que cree en la democracia, en la libertad, en contra de toda forma de autoritarismo”.
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