El ideólogo de la máquina, Miguel Barranco, explicó durante su presentación que el invento se compone de un tubo que en la helicoide cuenta con un tornillo de Arquímedes, que capta la materia sólida y viscosa y rechaza el agua.
Sus dimensiones reducidas permiten su traslado en cualquier barco y puede funcionar 24 horas gracias a una bomba y un motor hidráulico con un “sencillo mecanismo”.
De este modo, un barco que se encuentre en alta mar puede recolectar un litro de chapapote por segundo por
cada máquina, que podría llevar integrada, e introducirse en sacos de rafia para transportarlo, evitando su vertido al mar, indicó Barranco.
“Un barco pequeño puede llevar aparatos de estos, de modo que su fuente de energía sea la del propio barco, conducidos por unos tubos”, explicó su propulsor, quien cree que el beneficio del invento “es muy grande” en comparación con los daños medioambientales y económicos que los vertidos causan.
A su juicio, desastres como el del Prestige, en tierras gallegas en 2002, “se podrían haber evitado” con una maquinaria de este tipo, ya que la técnica que se usó era manual, y dejar que los vertidos llegaran a las costas.
Barranco indicó que actualmente ninguna empresa se ha interesado en comercializar el producto, que él “sólo” ha inventado porque tratar de situarlo en el mercado y fabricarlo “supondrían unos costes, y yo quiero terminar aquí”, dijo.
El objetivo que persigue es facilitar la limpieza en caso de accidentes como los ocurridos recientemente en Dailan.
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