Así lo explicó en declaraciones a los periodistas ‘in situ’ la profesora de la Universidad de Murcia, Carmen Pérez, quien apuntó que mediante este proyecto “los fosfoyesos van a quedar debajo de tierra siendo lo importante que queden inactivos y que no causen ningún tipo de problemas, que se elimine cualquier riesgo”.
Lo que se persigue es cortar las vías de dispersión de cualquier contaminante que contenga este residuo, ya sea por aire, agua o por contacto.
Para ello, se colocará un suelo artificial de forma que se consiga la inmovilización e impermeabilización de la capa superficial, encima de la que irá una capa drenante y por último una de tierra.
En las zonas donde exista mayor flujo de agua, para evitar vertidos, se prevé la instalación de barreras activas compuestas por arcillas, calizas y sales de hierro, que la filtrarán y la someterán a un proceso como si de una depuración química se tratase evitando la contaminación de la marisma.
Pérez explicó que este proyecto piloto, que se está realizando en una parcela de 1.800 metros cuadrados de las 1.200 hectáreas que ocupan las balsas, se espera finalizar a mitad de mes, para comenzar a monitorizar la zona y que en otoño puedan presentarse los resultados del proyecto.
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