El Loco de la salina

La, la, la, la

 ASÍ comienza el himno español, cuya música, la huerfanita, escucharemos emocionados esta noche minutos antes de las 8,30 horas, cuando los toros se encuentren en el campo con los tulipanes. Los locos estamos locos de contentos y valga la loca redundancia, porque ahora van a saber de una vez quiénes somos los españoles.

Nos admirarán en todo el mundo, se quitarán el sombrero, dirán olé y se quedarán con la boca abierta al ver ondear los colores de nuestra bandera. Una bandera, que ha pasado de ser símbolo repelente y exclusivo de los fachas a ser patrimonio de todo el que lleve el gol hispano metido en las venas.
A pesar de todo, siempre habrá quien no trague y quiera dar la nota discordante como si lo de España fuera un invento de ayer por la tarde. También los hay con valor suficiente como para subirse a lomos del caballo de Varela en la Plaza del Rey sin llevar dos palillos de la ropa bien apretados en la nariz. En todo caso, no alcanzo a comprender qué gana el sufrido currito ibérico con la ansiada victoria sabiendo que lo nuestro es el toque continuo de pelotas como se viene demostrando sobradamente.
Todo lo cual no quita el que nuestra bandera sea un negocio redondo para los chinos y los moros, cuya presencia tanto abunda en La Isla. En un tiempo récord han fabricado banderitas, carteles, camisetas, linternas, juguetes para los niños e incluso bragas para las señoras con los colores nacionales. Seguro que lo mismo habrán hecho en Holanda. A eso se le llama vista comercial y reacción inmediata.
Sin embargo el tema del himno nos deja la boca cerrada, las orejas abiertas y el pensamiento lleno de lamentaciones. Se hizo en su día un gran concurso a ver quién le aplicaba la mejor letra a la música de sobras conocida por todo vecino. Ganó un gachó de por ahí con una letra que era para denunciarlo más que para premiarlo. La cosa es complicada, porque siempre se viene a la boca aquello de Viva Franco, cosa evidentemente imposible a estas alturas de la película por mucho que se esfuercen las gargantas cavernícolas. Así que para evitar la inercia de una letra tan lamentable como inútil preferimos la música solita y sin más historias que un la, la, la, la interminable.
Sin embargo, aunque algunos piensen que esos la, la, la, la… de nuestro himno son repetitivos e insulsos y que no dicen nada más que la, la, la, la, yo tengo que decir que son increíblemente originales, sugerentes e inimitables. Por “la” comienzan muchas cosas: la que vamos a liar, la madre que los parió, la roja va a ser campeona del mundo cosmos, la leche que les dieron a los holandeses… ¿Habrá cosa más sonora que un "la", nota musical que sigue siendo la guía y la madre de la afinación? ¿No ganó España un Festival de Eurovisión machacando con un la, la, la? Por “la” comienzan palabras tan atractivas como “labia” (en esto nuestros políticos son números uno), “ladrón” (ya sé que esto es mentar la soga en la casa del ahorcado) y "lavativa" (la que nos van a tener que meter como perdamos). Aquí en el manicomio circula el chiste siguiente: Uno le dice a otro: ¿Cómo se dice en chino un ladrón? Se dice “la”. Y ¿cómo se dice en chino 2 ladrones? Pues se dice “la, la”. Y ¿cómo se dice en chino una banda de ladrones perfectamente organizada? Se dice “la, la, la, la” (acompáñese de la música del himno nacional).
Y por si no fuera bastante otras muchas palabras del diccionario que empiezan por la- reflejan de alguna manera la España que nos toca vivir.. Sirvan de ejemplo laberinto, lacio, lacra, ladino, lágrima, lagarto, lamentable, largo, lástima, látigo, lazo…Se escapa de esta regla de oro la palabra labor, que es lo mismo que trabajo. Eso no hay aquí.
¿Comprende ahora por qué no hay quien nos saque de cantar la, la, la, la?

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN