Los cuatro fallecidos se encontraban en el módulo de carga de la fábrica -donde se confeccionan los artefactos- cuando se produjo la explosión, en torno a las 13:00 horas, tras lo cuál los cuerpos de dos de ellos salieron despedidos por los aires.
Al lugar de los hechos se desplazaron quince patrullas del Instituto Armado y numerosos efectivos de bomberos y Protección Civil, que lograron extinguir el incendio de la fábrica cerca de dos horas después de la explosión.
La nave en la que se encuentra la pirotecnia, ubicada a unos cinco kilómetros de Benacazón, se derrumbó y los bomberos tuvieron que desescombrarla para rescatar los cadáveres y al operario herido, que en principio fue trasladado al Hospital de Bormujos, aunque posteriormente fue derivado al Virgen del Rocío de Sevilla ante la gravedad de las quemaduras que sufre y cuyo diagnóstico no ha transcendido.
Los operarios fallecidos eran menores de 45 años y tenían niños pequeños, según los vecinos, que se acercaron consternados hasta el lugar del accidente.
Junto a los efectivos de Guardia Civil, bomberos y Protección Civil que trabajan en la zona, los sanitarios tuvieron que atender a familiares de los fallecidos, que sufrieron crisis de ansiedad e incluso se enfrentaron a los medios de comunicación.
Artefactos sin explotar
Una vez extinguido el incendio, un grupo de Tedax de la Guardia Civil inició las labores de evaluación del riesgo existente en la zona, de la que ya han extraído varios sacos cargados con artefactos que no han explosionado.
Una vez que se recojan todos los explosivos y se declare la zona libre de acceso se iniciarán las labores de investigación sobre las causas de la tragedia.
Mientras tanto, se desarrollan las tareas de identificación de los cuatro operarios que perdieron la vida, cuyos cuerpos resultaron muy afectados por el fuego, señalaron fuentes del Instituto Armado.
El consejero de Empleo de la Junta, Manuel Recio, que se desplazó al lugar de los hechos tras conocerse la noticia, indicó a Efe que “está todo arrasado”.
Por su parte, el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, trasladó sus condolencias a las familias de los cuatro fallecidos y a la persona hospitalizada. Según fuentes de la Junta, Griñán ya ha hablado con familiares de dos de las víctimas, a los que les transmitió su “más sincero pésame” en nombre propio y del gobierno andaluz, así como su “apoyo y solidaridad en estos difíciles momentos”.
El presidente de la Junta transmitirá sus condolencias al resto de las familias por telegrama, apuntaron las mismas fuentes, que señalaron que, desde que se tuvo noticia del siniestro, ha estado en “permanente contacto” con la alcaldesa de Benacazón, Juana María Carmona, para interesarse por el suceso.
Precisamente Carmona, que acompañó a Recio, aseguró que el accidente “ha afectado mucho al pueblo”, anunciando la convocatoria de un pleno extraordinario para decretar tres días de luto local en la localidad.
Medio centenar de muertos en los últimos diez años
Al menos 51 personas, sin contar los fallecidos ayer en la explosión de una fábrica de fuegos artificiales de Benacazón (Sevilla), han muerto en los últimos diez años en accidentes relacionados con el material pirotécnico.
El accidente más grave de la última década se produjo el 15 de mayo de 2000, con siete muertos y nueve heridos, tras una explosión en la empresa pirotécnica Hermanos Borredá, de la localidad valenciana de Rafelcofer. Así, en 2005, el 22 de junio, se registró un muerto tras una explosión en la caseta de pirotecnia Sánchez Guirado de Porcuna (Jaén); el 8 de julio, un hombre fallecía en una vivienda de Torrenueva (Ciudad Real) en la que se acumulaban gran cantidad de artefactos pirotécnicos, y el 20 de julio resultaba muerto el dueño de una empresa pirotécnica de A Cañiza (Pontevedra), tras explotar la pólvora que manipulaba.
Ya en 2006, el 25 de julio, fallece en Ermua (Vizcaya) un hombre de 68 años, al explotarle encima el cohete que lanzaba en unas fiestas, y el 8 de septiembre morían dos hermanos en Pereiro de Aguilar (Ourense), al explotar la caseta de mezclas de la Pirotecnia Melias.
En 2007, el 25 de abril, fallecían dos trabajadores tras una explosión en la pirotecnia Zamorano Caballer, en Alzira (Valencia), y el 13 de agosto, una trabajadora en una explosión en una pirotécnica de Canyelles (Barcelona).
Durante 2008, el 26 de marzo moría un chatarrero al manipular un objeto pirotécnico en Carabanchel (Madrid); el 7 de junio un trabajador de la empresa Pirotecnia Oscense, de San Julián de Banzo (Huesca) al explotar el material que manipulaba, y el 31 de agosto, una joven de 20 años en la explosión de un tractor cargado con voladores en Gijón (Asturias).
Por último, el pasado año, el 9 de febrero fallecía una mujer que manipulaba mechas en una pirotecnia de Gilet, en Valencia; el 15 de abril, el dueño de la empresa pirotécnica A Rosaleira, en O Rosal (Pontevedra), manipulando artefactos; el 1 de agosto, un hombre fallecía tras estallar diez docenas de cohetes que guardaba en un hórreo de Perlleces, en Cangas de Onís (Asturias); mientras que el 19 de agosto morían el dueño de una fábrica pirotécnica y su hijo en Teror (Gran Canaria), tras una explosión ocurrida en el local.
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