Uno entra en las antiguas bodegas Domecq, actuales Fundador, y le da la impresión de que de algún despacho o entre algunas de las andanas de botas de sus centenarias naves van a salir el Marqués de Domecq, Manolo Domecq-Zurita o algunos de los legendarios moradores del que fue durante años el gran trasatlántico del vino de Jerez.
Sus instalaciones permanecen intactas. Lo están sus jardines, pese a que no ha llegado aún ls primavera, los históricos cascos de bodega y los edificios de oficinas.
Falta lógicamente el trasiego del personal, que fue menguando ya mucho antes de la última adquisición por parte del filipino Andrew Tan.
Esta inversión se nota en nunca mayor cuidado del complejo y de sus productos, que incluye una reformulacion de la gama de brandies Fundador.
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