La sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, considera hechos probados, que el 15 de junio de 2007, cuando el joven que padece un retraso mental moderado desde su nacimiento con una minusvalía del 73 por ciento, se dirigía a la parada del autobús que lo llevaba cada jornada a un centro de día en Andújar, se le aproximó el acusado, J. E. P. que vive en una vivienda muy próxima a la de la víctima.
El acusado, que sabía de las discapacidad de la víctima, invitó al joven a que le acompañase a su casa con la promesa de darle un palo para poder coger nidos de los árboles, ya que comparten la misma afición por los pájaros.
En esos momentos no había nadie en la casa, ya que la madre del acusado con la que compartía la vivienda, se marchaba todas las mañanas a pedir limosna en una parroquia cercana.
Una vez en el domicilio el acusado cerró la puerta con dos pestillos y le pidió que le acompañara a su habitación y una vez allí lo arrojó sobre la cama, le bajó los pantalones del chándal y abusó de él diciéndole "si chillas, cobras", después se marchó al baño y le abrió la puerta.
Tras salir de la vivienda se fue a coger el autobús donde un monitor que lo encontró raro le preguntó lo que pasaba pero no dijo nada por vergüenza, sí se lo contó a una compañera del centro que le dijo que si no lo contaba él a los monitores lo haría ella.
Los monitores le llevaron al Hospital Alto Guadalquivir de Andújar, donde los informes forenses constatan que las lesiones detectadas son compatibles con los hechos descritos.
Además, los informes psicológicos revelan que la víctima presenta desde los hechos sentimientos negativos de rechazo, malestar, temor, impotencia, vergüenza y tristeza asociadas a los hechos.
Por este crimen, el acusado ha sido condenado a seis años de cárcel como autor de un delito de agresión sexual, y a que indemnice a la víctima con 9.000 euros.
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