Así se desprende del estudio Cracking Counterfeit Europe, encargado por la compañía biomédica Pfizer y realizado en noviembre de 2009, y que revela que los fármacos ilegales generan una enorme economía sumergida.
El estudio fue presentado ayer en una rueda de prensa por el director de Comunicación de la compañía, Francisco José García Pascual; por la presidenta de la Sociedad Española de Médicos de Familia y Comunitaria (Semfyc), Ana Pastor, y el Inspector de la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional, José Rodríguez.
El número de envases de fármacos falsos descubiertos en las fronteras europeas ha aumentado desde los 560.598 en el año 2005 hasta los 4.081.056 en el año 2007, o lo que es lo mismo, se ha multiplicado por siete en dos años.
Precisamente, Gunter Verheugen, vicepresidente de la Comisión Europea de Industria, anunció que 34 millones de pastillas falsas habían sido decomisadas en las fronteras europeas en los dos últimos meses, en octubre y noviembre de 2009.
Casi un tercio –29,8%– de un millar de españoles encuestados en el marco de esta indagación, reconoce haber comprado medicamentos de prescripción a través de prácticas inadecuadas o ilícitas, lo que significa que unos 11 millones de personas en este país han practicado este consumo de riesgo.
La media europea de personas que adquieren medicamentos de prescripción a través de prácticas inadecuadas o ilícitas es del 21%, y España se sitúa en la cuarta posición, por detrás solamente de Alemania (38%), Italia (37%) y Noruega (30%).
Los resultados sugieren de manera “preocupante” que en España millones de personas acuden a Internet para comprar medicamentos que deben ser prescritos por un profesional sanitario, aún cuando se estima que entre el 50 y el 90% de los fármacos comprados en la red son falsos.
El 29% lo hace para ahorrar y uno de cada nueve españoles entrevistados, el 11%, acude a este canal porque es más rápido y práctico.
Los fármacos más consumidos fueron para la gripe, con un 59,2% –el estudio se realizó en pleno auge mediático de la pandemia–; para adelgazar (22,5%); para dejar de fumar (16,8%); para el dolor crónico (16,1%) y para la disfunción eréctil (14%).
García Pascual ha indicado que si bien dos tercios de la población (67%) no comprarían estos productos si supiesen que son falsos, todavía un preocupante 13% de los encuestados manifiesta que esto no modificaría su intención de compra.
La presidenta de Semfyc ha recordado que pueden contener ingredientes nocivos como raticidas, ácido bórico o plomo; que lo habitual es que sean producidos por personas no cualificadas, en lugares poco higiénicos y que pueden incluir cantidades excesivas, insuficientes o directamente inexistentes del principio activo que deberían poseer.
En consecuencia, alertó de que pueden provocar graves daños a los pacientes e incluso llegarles a causar la muerte.
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