La tercera edición del Festival Internacional de la Guitarra de Jerez ha tenido un claro protagonista, el maestro Manolo Sanlúcar. El programa se ha desarrollado en dos noches, la primera de ellas tuvo lugar en La Guarida del Ángel con la participación de Alba Espert y Manuel de la Luz, dos guitarristas de alta proyección.
La gala principal, en la jornada del viernes, fue una demostración total de admiración por la obra de quien ha sido, es y será uno de los máximos exponentes de la música andaluza, quien, desde su origen flamenco, ha diseñado los pentagramas más sustanciosos de los últimos sesenta años. Para la ocasión se diseñó un espectáculo dividido en dos partes en las que se guardó continuamente la emoción y el respeto a ese legado vivo que Manolo ha fraguado a llama lenta con una solidez brillante en la composición y el toque.
Es justo señalar que Manolo Sanlúcar merece todos los honores y que en estos momentos, en los que lleva una racha de salud algo complicada, son más que oportunos estos reconocimientos para que a nadie se le olvide lo que ha conseguido conformar en el universo jondo el compositor de Tauromagia.
La primera de las partes, como apuntábamos, estuvo bien defendida por cinco guitarristas de concierto que han mantenido siempre una estrecha relación con el homenajeado, tanto en los escenarios como en lo personal. La presentación corrió a cargo del crítico flamenco Manuel Martín Martín, creando el ambiente idóneo para la emoción que acompañaría a la noche. Casi tres horas de duración.
La terna guitarrística del inicio estuvo compuesta por David Carmona, con una soleá de ensueño y de personalidad indudable; José Quevedo ‘Bolita’, jerezano siempre por bulerías con un compás fuera de lo normal; Niño de Pura, matizó el ritmo de la noche por alegrías; Manolo Franco, llenito de maestría en sus guajiras; y Juan Carlos Romero, con unos tanguillos que nos llevó hasta Casa Bigote, rincón plagado de esencia sanluqueña en los que el maestro “ha sonreído siempre”.
En la segunda mitad el baile copó la escena, siempre con una armonía musical de auténtico privilegio. Santiago Lara tomó la dirección musical en Tauromagia, obra coreografiada para el baile por Mercedes Ruiz. Obra cumbre, obra maestra, obra de ensueño. Lo conseguido por ambos, además de por el resto de componentes en el elenco bailaor y musical, no ha de pasar desapercibido. Limpieza, pulcritud y compromiso con la herencia que nos deja la siempre viva e infinita creatividad de Manolo Sanlúcar. ¿Próximo premio Princesa de Asturias? Quizás hubiera sido lo suyo premiarlo en esta edición en la que sí recibirán el galardón (merecidamente) María Pagés y Carmen Linares.
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