Celecia, pionero en proponer a las ciudades como sistemas ecológicos –a través del programa El hombre y la biosfera de la Unesco– ha advertido en una entrevista con Efe de que “la cuestión demográfica” se ha convertido en un asunto religioso, lo que perjudica la adopción de políticas de planificación con actuaciones de mayor sostenibilidad, tanto en lo económico como en lo medioambiental.
“Se ha de defender el control de la natalidad, pero es un tema que tiene que ser tomado con cuidado, el objetivo es el bienestar humano”, señala este experto, que considera que en el seno de la Iglesia Católica se ha producido un giro conservador a la hora de abordar la planificación.
“Hay una gran diferencia entre los papados de Juan XXIII, con los del polaco Juan Pablo II y el actual guardián de la fe, Benedicto XVI”, asegura Celecia, quien advierte de que los posicionamientos de las religiones, tanto la católica como otras confesiones, tienen gran impacto en el Tercer Mundo.
Para Celecia, que ha participado en Barcelona en una jornada sobre biodiversidad organizada por la UAB, “la ciudad puede ser muy compatible con la naturaleza, y de hecho, los movimientos ecológicos urbanos están superando a los de otros entornos, porque la gente está más sensibilizada con la ecología”, explica.
Existen numerosos grupos ecologistas que defienden que la diversidad biológica corresponde también a entornos urbanos. “Las ciudades se están convirtiendo en refugios de especies de aves que con la intensificación de la agricultura, ven desaparecer sus ecosistemas: las ciudades les ofrecen una diversidad para sobrevivir y subsistir en parques y jardines como especies autóctonas”.
A su juicio, la relación entre hombre y naturaleza “no es imposible”, y señala que en el Mediterráneo, “la naturaleza es el paisaje” formado por milenios y siglos de sociedad humana.
“Ahí está su lengua, sus creencias, sus tradiciones, y su dieta, todo es un acervo cultural y social”, mientras recalca que “en el momento en el que se destruye el paisaje, se destruye la identidad”.
No obstante, Celecia alerta de que las urbes son ecosistemas “hiperdevoradores e hiperconsumidores”, sobre todo de energía y agua, “recursos que en el mundo desarrollado se dan por sentados”.
Una muestra de la “voracidad” y la “avaricia depredadora” del sistema lo encuentra en Dubai, “ejemplo del exceso de capital humano, con suites a 28.000 euros la noche, algo inaceptable, un proyecto permitido por el petrodólar, ultramillonarios que no sabían en qué gastar su dinero”.
Aunque cree que el término desarrollo sostenible ha sido desvirtuado por “políticos y especuladores”, a quienes acusa de utilizarlo con “libertad excesiva y sin pudor”, entiende que la idea está totalmente vigente y confía en que de la actual crisis se extraigan algunas conclusiones, entre ellas “desterrar la codicia” e iniciar un proceso de “resocialización” no tan basado en el consumo.
“El hiperconsumo no resuelve el bienestar humano. Ahora se compra lo que no se necesita con el dinero que no se ha ganado para satisfacer a la gente que muchas veces no te quiere”, indica Celecia, ante el consumismo navideño.
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