El reconocimiento cuando mueras

¿Quién se acordaba de él cuando ya no reconocía a la gente?

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Es una pena, pero lamentablemente así funcionan las cosas en nuestro país de pandereta. Una vez que te marchas, es cuando la gente se da cuenta de lo que tenía.

Adolfo Suarez, el presidente que marcó un punto de inflexión tras la dictadura franquista, parte al país de Nunca Jamás, y es ahora cuando los dirigentes deciden conmemorarlo de diversas formas. Una pena.

¿Quién estuvo ahí en sus momentos más duros? ¿Quién se acordaba de él cuando ya no reconocía a la gente? Poquitos, yo me excluyo. Se dice, se cuenta, que su familia, amigos más cercanos y el Rey como autoridad. Interesante las visitas de este último. Tanto tiempo atosigándolo por sus problemas de cadera y en sus salidas iba a ver al expresidente… Pero nos importaban más sus operaciones.

¿Qué fue lo que nos ha dejado? A los estudiantes de instituto y universidad de historia mucha más información que rememorar. A los que lo votaron un toque de atención de los años que se tienen ya encima. A la oposición que lo tuvo que soportar un digno rival que se va. A los gobernantes de hoy en día, un ejemplo a seguir.

Esto último me gusta mucho comentarlo porque es el mismo pueblo el que se lo gritó a Rajoy y compañía cuando el ataúd marchaba hacia el corazón de Madrid. Emotivo acto que no pudo escapar de la comparativa roñosa del ayer y el hoy.

Muchos confabulan con que esta tetra maquiavélica sirvió para acallar al movimiento por la dignidad y otras conspiparanoias similares. Dudo yo que Adolfo Suarez decidiera morirse en estos días. Cierto es que el hombre llevaba su tiempo en el hospital y la prensa pasaba una mijilla…

Es lo que toca, la muerte da la primicia y el morbo a una prensa un tanto amarilla u rosa, según con qué visor se mire. ¿El reconocimiento? Cuando te mueras, ahí todos lamentarán lo bueno que era y querrán colmar a sus conciencias concediendo títulos, títulos y calles.

Y ahora yo opino, ¿no es mejor ahorrarse algunas perras para los vivos? Vamos a ver, que una extensión de nombre de un aeropuerto cueste un millón de euros y no les haya temblado la mano para dar la orden de hacerlo, es un tanto surrealista con la que está cayendo para una población que tiene una de las mayores diferencias entre ricos y pobres.

No solo con esto, la “Adolfomanía” ha estallado en casi toda España cambiando nombres de calles, plazas, premios y otorgar premios a un fallecido. En San Fernando no íbamos a salirnos de la moda, y otorgamos premios constitucionales cuando el premiado ya no está. Una lástima que alguien se marche sin pena ni gloria, por una lucha que yo considero justa.

Metiéndonos en charcos cínicos, a los independentistas, no todos, les han tocado la vena sensiblera e incluso han reconocido la causa de este hombre. Tres días después volvieron erre que erre con sus planes. Las emociones superficiales no son eternas.

En el País Vasco se vivió los momentos más tensos con la negación de Bildu a pasar del tema. ¿Quién dijo que los plenos políticos son aburridos? Últimamente hay más tensión política que sexual en los adolescentes.

Pues nada, lectores, haced memoria de personas ilustres de vuestra infancia, ya sean políticas, deportivas, televisivas… Verán que hasta que no estén en su lecho de muerte, de poco o nada se va a hablar de ellos… Si son del cine, te pondrán la filmografía completa, si son músicos, sus CD por todas partes… Y así sucesivamente, llamándolos “maestros de…” por activa y por pasiva.

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