Sindéresis

Al rey Felipe, sexto de su nombre

Aceptaré cualquier explicación razonable y, para que vea usted cuán razonable soy y cuánto me interesa su explicación, me despido con una graciosa reverencia.

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No hay mayor fractura social en los tiempos que corren que la provocada por la existencia propia de la monarquía. Usted dice que no, que es mucho peor lo sucedido en Cataluña, porque supone violar la Constitución, pero claro, qué va a decir usted, si la Constitución es su amiga. En cualquier caso, aprovecharé para recordarle que el partido que está en el Gobierno hizo un blanqueo de dinero a sus amigos empresarios mafiosos (a los de ellos, no a los de usted, no quisiera yo ofender la institución de la Corona y acabar en la cárcel) que a la postre se declaró inconstitucional. Y, bueno, a ver cómo lo digo: tenían el Tribunal Constitucional a un Whatssap; lo podían haber consultado antes.

La fractura social que provoca la propia existencia de la monarquía está pegada con un caucho a prueba de balas. Es decir: es usted el mando supremo de las Fuerzas Armadas; lo de las Reales Academias lo veo un poco menos importante para aquello de mantener su posición en el trono, pero si solicita usted una votación para saber cuántos militares quieren que siga habiendo un rey y cuántos académicos quieren que siga habiendo un rey, el resultado le puede hacer reflexionar. En cualquier caso, en uno de esos discursos que tiene usted a bien dar de vez en cuando, ¿no le parecería interesante explicarnos por qué es importante que tengamos un rey en España, por qué debe ser un rey, un título heredado, y no un título electo, que suena así como más democrático?

Pongamos, de todos modos, que yo me equivoco, que unos cuantos millones de personas en España se equivocan (lo cual es lo más normal del mundo) y la monarquía es imprescindible en nuestro país. ¿De verdad es necesario que sea usted legalmente irresponsable, es decir, que no se le pueda detener ni juzgar por ningún tipo de delito? ¿No crees usted que sería mucho más sano someterse, como los demás, incluso con su derecho heredado, al imperio de la ley? Porque, a ver, y que nadie se me ofenda, pero yo solo veo que se pueda sentir cómodo manteniéndose al margen de la ley que nos rige a todos alguien que no vería con malos ojos saltársela, y como usted no es ese tipo de persona, ¿no le parecería un gesto conciliador (una manera de superar esa fractura más propia de las Reales Academias que de la Fuerzas Armadas), solicitar que se modifique la Constitución para que no sea usted legalmente irresponsable de sus actos, para no ser inviolable, arremangarse y bajar al suelo con los demás y prometer que usted también cumplirá la ley?

Luego tenemos ese pequeño asuntillo de la prerrogativa de gracia, que al parecer usted la puede firmar o no, pero siempre la firma. Se le ha concedido, por poner un ejemplo, a mossos de squadra condenados por tortura, tortura a sus súbditos, estimado rey Felipe, sexto de su nombre. Es decir, los ciudadanos denuncian, las fuerzas y cuerpos de seguridad detienen, la justicia juzga y condena, y el Gobierno se pasa todo esto por el arco del triunfo y usted lo firma. ¿Cómo de indefensos cree que nos sentimos sus súbditos antes esto?

Dentro de esa explicación que le pido, de ese afán de convencernos con la razón y no solo con la imposición de una Carta Magna que eran lentejas, ¿podría usted, por favor, explicarnos de qué sirve a la estabilidad de nuestra sociedad (al parecer convulsa e infantil, que necesita de un tutor que esté por encima de sus leyes), que usted, de acuerdo o no, firme para poner en la calle a gente que abusó de su poder, un poder que emana del Estado y, por tanto, del pueblo, no del rey, para torturar ciudadanos?
Soy un hombre razonable y, cuando hace falta, pragmático. Aceptaré cualquier explicación razonable y, para que vea usted cuán razonable soy y cuánto me interesa su explicación, me despido con una graciosa reverencia.

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