No se fían ni de ellos mismos

Le dije que no, que en todo caso me iba a pasar a Podemos.

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L  as cosas llegan a un punto en el que no sabe uno qué hacer, si reir o llorar o comprarse un globo. La marcha de Rubalcaba ha supuesto un paso más en esa sensación que se pretende trasladar a la sociedad de que las cosas están cambiando, aunque en política -y eso a estas alturas lo sabe hasta el tato- lo normal es que todo cambie para que no cambie nada. ¡Miren si no el notición de la ex ministra que se va con un sueldo de 10.000 euros al mes hasta los 65 años y luego una paga vitalicia! ¡Hombre, por dios, si esas pagas no se ganan ni con el cupón de la ONCE!

Decía que la marcha de Rubalcaba, al que sus iguales premiaron con una sonora ovación en el Congresos -los suyos porque se iba y los contrarios porque se va, pero todo queda entre gente de la misma enjundia-, era un paso más en esa sensación que comenzó con la abdicación del rey Don Juan Carlos para que su niño no se marchite como Carlos de Inglaterra, al que cada vez que veo me acuerdo del Peña llevando del brazo al Masa en el escenario del Falla.

Rubalcaba se va cuando ya ha conseguido lo que un siglo de historia y la clandestinidad de cuarenta años no fueron capaces de conseguir, cargarse un partido como el PSOE y el crédito que había ganado en su buen hacer como gobernante, que no sé qué tiene la política que actúa como una droga, pastilla que les dan y los meten en una lista.

Los elogios del Partido Popular quedan muy bien, pero es que además son sentidos en el alma por cuanto pocos rubalcabas van a encontrar al que ganar elecciones por goleada. Aunque no estaría mal que se aplicaran eso de que la grandeza de un hombre se mide por la grandeza de su enemigo. O de su rival, en este caso.

Pero si la marcha  de Rubalcaba es para llorar por el estropicio que ha hecho por no irse antes en un partido tan necesario como el PSOE, el espectáculo de las primarias a lo Podemos con las que quieren lavar la imagen desvencijada y triste del capullo es para reirse, porque una vez que los tres candidatos que han conseguido los avales necesarios para aspirar a la secretaría general han entregado sus votos, ahora no se fían de ellos y van a recontarlas para saber de dónde llega cada una de las firmas. Que está bien, pero que denota que no se fían ni de ellos. ¿Cree el ladrón que todos son de su misma condición?

Hace unos días me preguntó un político del Partido Popular, que sabe que voto al Partido Popular menos cuando no voto, que si me iba a pasar al PSOE. Le dije que no, que en todo caso me iba a pasar a Podemos, porque independientemente de que me inspira menos confianza que un presidente del  gobierno prometiendo no subir impuestos, es el único que puede hundirnos del todo. Y mientras más pronto nos hundan, más pronto comenzaremos a subir. Los que sobrevivan, claro.

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