Sala 3

No respires

Ni el silencio, ni la oscuridad, ni ninguna bestia animal. No hay nada más terrorífico que un hombre consciente de la no existencia de Dios

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Ni el silencio, ni la oscuridad, ni ninguna bestia animal. No hay nada más terrorífico que un hombre consciente de la no existencia de Dios. Fede Álvarez cambia los demonios sanguinolentos de Evil Dead (2013) por aquellos que habitan nuestras casas acomodados bajo la cama; tras los espejos; y al fondo de los armarios, aullando hambrientos a la soledad que alimenta su poder y acechando a todo aquel que desconozca su presencia.

En No Respires (2016) no hay habitación del pánico que valga. Como una imagen contrapuesta de la genial cinta de David Fincher (2007), la película también relata la invasión de una casa ajena, aunque esta vez desde el punto de vista de los asaltantes, tres jóvenes (Dylan Minnette, Jane Levy y Daniel Zovatto) cuya respuesta al desencanto social en el que se ven atrapados explota violentamente en asaltos a diversos hogares, con la esperanza de reunir lo suficiente como para escapar de la monotonía y la escasez.

El primer plano que captura Álvarez, en virtuoso travelling aéreo, corresponde a la decadente ciudad de Detroit, abandonada de oportunidades y sepultada en vida por las deudas.

El picado que realiza la cámara continúa hasta descubrir el horror que recorrerá, en un futuro próximo, sus fantasmales calles. No solo entramos rápido en contexto, también la semilla de la intriga, el germen que desatará posteriormente el terror, está plantada en el espectador a través de una excelente prolepsis.

Así, desde el inicio, descubrimos que el relato del uruguayo va a destacar por su economía narrativa y la escasez de diálogo, aunque no por ello su guion deba considerarse simple, puesto que la narración, puramente visual, cargada de estilo y técnicas como la que abren el film, deja paso a toda clase de sorpresas, algo intrincadas, pero correctamente tejidas y rematadas.

Si la maravillosa It Follows (2014) obligaba al espectador a observar con detenimiento el espacio visual que encerraba la cámara de David Robert Mitchell, aquí ocurre algo parecido con el sonido. Y es que en los espeluznantes silencios que se producen en No Respires, hay terror del bueno, ese que surge de la tensión narrativa bien administrada y que se focaliza en una figura invencible, sobrecogedora y aterradora.

Stephen Lang da vida a un hombre que quedó ciego sirviendo a su país, con un pasado roto en mil pedazos por la pérdida y un presente trastornado por el dolor que dejó la misma. Un hombre que guarda insaciables demonios bajo la cama, tras el espejo y al fondo de su armario.

Un hombre tan consciente de la no existencia de Dios como de tu agitada respiración en la más densa oscuridad de cualquier rincón de su casa.

Para leer más sobre cine puedes visitar mi blog elmurodedocsportello.wordpress.com

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