Pienso, luego estorbo

Modelo productivo

Leía hace unos días en este diario, ya referente en nuestra ciudad, la crónica del magnífico periodista Ginés Donaire sobre el desayuno informativo mantenido...

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Leía hace unos días en este diario, ya referente en nuestra ciudad, la crónica del magnífico periodista Ginés Donaire sobre el desayuno informativo mantenido con el grupo municipal de Jaén en Común (JeC). Dice la crónica que los podemitas del Ayuntamiento de Jaén reivindicaron un cambio de modelo productivo para acabar con la actual situación de fractura y desigualdad social y territorial en la ciudad. Mantenía el portavoz el mismo discurso manido de los últimos cuarenta años de su formación: “o se cambia el modelo o esto no tiene salida”, que, una vez más, no concreta y no aporta nada nuevo: todos los males que acontecen en nuestra sociedad son culpa del PP y de las multinacionales perversas y malignas. El modelo productivo de Jaén nunca cambiará, lo diga quien lo diga, porque la idiosincrasia de los gienneses es la que es. Nos encanta aprovechar el puente de la Inma para irnos a gastar dinero al Nevada granadino, a la calle Larios, o pasear por la unidireccional calle Preciados. Nos encanta marcharnos en la Feria de La Capilla a otras ciudades limítrofes a disfrutar de la peatonalización de sus calles y de sus comercios. El deporte nacional en esta provincia es juntar “duros” en el banco. La provincia de Jaén es la única en España que tiene sucursales bancarias abiertas en todas las localidades, 97 en total. Jaén es la tercera en España en depósitos bancarios. Así, disponemos de crédito suficiente pero no para invertir, ni generar riqueza, ni instalar fábricas, ni emprender, ni nada por el estilo, si no para comprar un apartamento en Torremolinos, en Torre del Mar, incluso en Fuengirola o un buen Nissan Patrol para ir a la aceituna. Mientras haya kilos en la Cooperativa y la PAC no se retrase mucho, estamos tranquilos. La inversión se la dejamos a otros, mientras nosotros ponemos a parir a los políticos en la barra de los bares. Entonces cabría preguntarse: ¿tienen que ser las Administraciones quienes tiren del carro? ¿Realmente contribuimos cada uno de nosotros al cambio de ese modelo productivo?¿Tenemos un serio compromiso con nuestra tierra o más bien esperamos que otros la arreglen? Mientras que estén los políticos y las administraciones públicas para poder culparles de todos los males que nos aquejan, continuaremos creyendo que estos, lejos de reflejar la fiel realidad de la sociedad, son como una especie de extra terrestres que han llegado en platillos volantes desde el espacio exterior. ¿Son los políticos o somos nosotros los que debemos cambiar ese modelo productivo?

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