Pienso, luego estorbo

Recuperar la identidad del PP

Uno de los grandes problemas que afectan hoy en día al PP es que mucha gente ha tenido, durante mucho tiempo, demasiado poder. Mi partido necesita dejar...

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Uno de los grandes problemas que afectan hoy en día al PP es que mucha gente ha tenido, durante mucho tiempo, demasiado poder. Mi partido necesita dejar de ser una estructura de poder sin alma para volver a su naturaleza de hogar del centro-derecha español, y recuperar los valores que nos han caracterizado siempre. Pero, para ello, se necesita determinación y entusiasmo, algo que parece faltar actualmente en este partido, donde gran parte de los males que le aquejan vienen por esos complejos más que perceptibles a la hora de plantar cara en defensa de los valores que le son propios. Estamos viendo cómo el PP cada día se desangra en votos y en apoyo de la gente joven, para quienes se ha convertido prácticamente en un partido residual, cómo ha abandonado a esa mayoría de españoles liberales y conservadores que creemos en la defensa de la libertad, la vida, la propiedad, el esfuerzo, el mérito y el imperio de la ley. El PP no puede mantenerse en la indefinición ideológica si quiere subsanar los descalabros de la izquierda. Tenemos que evitar que muchos de nuestros amigos se sientan “huérfanos de voto”.


Para ello, hay que empezar a darle protagonismo a quienes hasta ahora no lo han tenido, los afiliados, a través de la celebración de congresos abiertos donde un afiliado sea un voto. Un congreso abierto, donde todos los militantes pudieran votar, no solo los compromisarios. Todos los afiliados deben elegir a sus representantes. Las estructuras locales están dirigidas normalmente por concejales o diputados que deben su puesto y lealtad al jefe local, el cual, con toda probabilidad, a su vez debe su cargo al líder provincial, y así sucesivamente. Y de ahí salen los compromisarios. Casi todos con sueldos públicos. No hay que resignarse a que no se puede cambiar. Hay que luchar por el cambio porque, aunque la cúpula de poder del partido no sea capaz de verlo, en la calle se percibe el paisaje con nítida claridad. Es la calle, pues, la que debe actuar. Es la base del partido la que debe protagonizar un movimiento de reconquista de sus propias siglas, a través de los congresos provinciales del PP que se van a celebrar en estos meses. Estos congresos deben ser una cita clave, “un punto de inflexión” del partido para poder dar respuesta a los problemas de los españoles, para ir recuperando la identidad del PP, sobre todo ante el momento tan delicado que sufre España. Si no, el PP simplemente estallará. Decía un viejo amigo que la única batalla que se pierde es la que no se libra.

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