Pienso, luego estorbo

Que Dios nos ilumine

El precio de la luz sigue disparándose. El nuevo ministro de la Energía, sin duda el de mayor lucidez, ha intentado explicar este aumento, pero ni ha sido...

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El precio de la luz sigue disparándose. El nuevo ministro de la Energía, sin duda el de mayor lucidez, ha intentado explicar este aumento, pero ni ha sido valiente ni ha aportado soluciones reales. Nos ha dicho que el mercado se ha visto afectado por el efecto acumulativo de varias circunstancias, como el aumento de la demanda, la ola de frío, la subida de los precios del gas y el carbón, el mayor coste de la generación hidráulica por la escasez de agua y la baja producción de los “molinillos” por falta de aire y por la indisponibilidad nuclear francesa, ya que una buena parte de la energía que utilizamos es nuclear, y se la compramos a Francia.    


Todo eso está bien señor ministro, pero también hay que explicarle a los ciudadanos otros muchos motivos, entre ellos, que el precio mayorista de la electricidad tiene un peso cercano al 35% sobre el recibo final, un 40% corresponde a los peajes de acceso y cerca del 25% al IVA y al Impuesto de la Electricidad, y que estamos pagando en el recibo de la luz los caprichitos del señor Zapatero, entre ellos el carbón asturiano que nos sale como si fuera de oro, y que hoy solo sirve para contaminar.  
No entiendo a qué esperamos para apostar decididamente por la energía nuclear, que en la actualidad supone el 22 % de la electricidad y permite reducir la cantidad de energía generada a partir de combustibles fósiles (carbón y petróleo) y con ello, la cantidad de emisiones de gases contaminantes (CO2 y otros) a la atmósfera. Actualmente se consumen más combustibles fósiles de los que se producen, de modo que en un futuro no muy lejano estos recursos se agotarán o su precio subirá tanto que serán inaccesibles para la mayoría de la población. Además, la producción de energía eléctrica sería continua. Una central nuclear está generando energía eléctrica durante prácticamente un 90% de las horas del año, y esto reduce la volatilidad en los precios que hay en otros combustibles como el petróleo, lo que, en fin, favorece la planificación eléctrica. La energía nuclear no depende de aspectos naturales. Con ella se solventaría la gran desventaja de las energías renovables, como en los casos de la energía solar o la energía eólica, en que las horas de sol o de viento no siempre coinciden con las horas de más demanda energética.
Pero sobre todo señor ministro, la clave no está en reducir el precio del gas, sino en permitir aún más la competencia. Más competencia y menos impuestos. Autorizar que en España existan más empresas en el sector eléctrico reduciría sin duda el precio de la energía. Por lo demás, solo podríamos esperar a que haga aire, llueva, que los franceses nos vendan su energía nuclear o que Dios nos ilumine.

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