Teresa de Jesús en Jaén

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Quién no está tentado de hablar de elecciones, resultados, posibles pactos y otras diversas repercusiones que se derivan de la cita que tuvimos los ciudadanos con las urnas, el domingo pasado, 24 de mayo, con motivo de las elecciones municipales? Pero no tema el lector, que no voy a hablar de ello. La confusión es tanta en este giro epocal que parecen representar los resultados electorales del 24, que me parece prematuro adentrarme en ese intrincado bosque de las conjeturas políticas, donde no se cuenta con la asistencia del Espíritu Santo, sino únicamente del sentido común, pero ello no alcanza para vislumbrar lo que puedan hacer los nuevos representantes municipales de la voluntad popular.Por ello, prefiero detenerme en un acto que tuvo lugar ayer, en nuestra ciudad, dentro del marco del Año Jubilar Teresiano, concedido por el Papa Francisco a la Iglesia en España, con motivo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Me refiero a la estancia en nuestra ciudad, de una reliquia de la reformadora del Carmelo: su bastón. Más que el objeto en sí, el bastón que usó Teresa de Jesús en sus innumerables trayectos por los caminos de España es símbolo de una actitud interior: ser caminante. Si Gabriel Marcel describió al ser humano como “homo viator”, el hombre que peregrina, que camina continuamente, la vida de Teresa fue modélica en ese sentido: fue una mujer siempre en camino, o como la definió el entonces nuncio papal Filippo Sega, “una monja inquieta y andariega”. Hoy, hombres y mujeres caminan, como se hizo en el pasado, y se hará en el futuro. Unos caminan buscando un futuro mejor que el que se les ofrece en su lugar de origen. Otros, como vemos en la actualidad en Oriente Medio y otras zonas conflictivas, por la violencia y la guerra. Otros, caminan en las itinerancias creadas por el ritmo de vida de nuestra civilización occidental: la búsqueda de trabajo hace que un porcentaje notable de personas tenga que moverse de un sitio a otro. El  mundo, que se ha quedado pequeño, es una aldea global según la conocida expresión de MacLuhan. Y está, finalmente, el turismo, con los millones de personas que mueve. Pero -y aquí está lo significativo-, detrás de todas estas realidades, como el nexo que las une, hay algo. Y ese algo es el deseo que anida en el corazón del ser humano de buscar algo más de lo que la vida cotidiana le puede dar; busca libertad, busca alegría, busca amor, busca seguridad, busca paraísos. Y ya que eso no se realiza en la cotidianeidad, ni se alcanza de manera plena y satisfactoria nunca, el ser humano será siempre un peregrino, que busca lo que es verdaderamente auténtico. En la carta que el Papa Francisco envió al Obispo de Ávila con motivo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa, fechada el 15 octubre 2014, el Pontífice usaba la metáfora del “camino”. Y afirmaba que con su vida itinerante, Santa Teresa enseñaba 4 caminos: el camino de la alegría, de la oración, de la fraternidad y del propio tiempo como momento de encuentro con Dios. Cuatro buenas pistas para recentrar nuestra eterna condición de caminantes. Y finalizaba con una afirmación de esta mujer universal, pronunciada poco antes de morir: “¡Ya es tiempo de caminar!”. Sí, es tiempo de caminar con alegría, abiertos a la trascendencia, creando fraternidad y desde la hondura del tiempo que nos ha tocado vivir. Ésa sí que es una buena política. La que enseña toda una doctora: Teresa de Jesús.

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