Si Erasmo volviera

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Hace algo más de cinco siglos, en 1511, publicó Erasmo de Rotterdam una de sus obras más famosas, que por méritos propios ocupa un lugar preeminente en el panorama cultural de Occidente: el “Elogio de la locura”. En este libro, Erasmo hacía una radiografía crítica de su época, sacando a la luz comportamientos y actitudes, mentalidades y acciones de aquel incipiente siglo XVI, que en opinión del humanista holandés eran pruebas manifiestas de que la locura se había adueñado del mundo. Dudo que hoy en día haya en el mundo, en Europa y en España intelectuales de la talla de Erasmo para hacer una versión siglo XXI, del “Elogio”. Ésa es la única dificultad, la falta de autor, porque materia para escribir ese nuevo texto del clásico de Erasmo hay, y más que suficiente.
Repasar los ámbitos de nuestra sociedad de los que se ha enseñoreado la locura desbordaría los estrechos límites de estas pocas líneas. Por no me resisto a señalar algunos. Empezando por las más altas magistraturas del Estado, que callan en los previos del simulacro de referéndum secesionista catalán, y a toro pasado hacen declaraciones en el extranjero y van a la Cataluña a dar explicaciones. Aún no se sabe si podrá el Presidente del Gobierno encontrarse con Artur Mas, contra quien el Fiscal General del Estado ha interpuesto una querella por el dicho referéndum, por encima y en contra de los fiscales catalanes, que no han visto ninguna ilegalidad en esta paranoica iniciativa del President. Iniciativa tan bien organizada, con tanto escrúpulo y minuciosidad democráticos, que personajes tan reales como Bob Esponja y los protagonistas de los dibujos animados japoneses Pokemon se pudieron inscribir para votar el pasado 9 de noviembre. No hace falta que el periódico Informe Pisa nos recuerde, año tras año, el progresivo e imparable deterioro de la enseñanza en España, especialmente la pública, deterioro que se agudiza en Andalucía. Es lamentable comprobar que más del 50% del profesorado sufre algún tipo de acoso verbal o físico no ya por parte de los alumnos, sino incluso de los mismos padres, que de ser colaboradores se han convertido en hostigadores de los docentes de sus hijos. La consecuencia final es que en vez de formar ciudadanos para el mañana, lo que están formando en nuestras aulas son delincuentes potenciales, que no respetan normas y leyes, y arremeten impunemente contra quien únicamente quiere hacerles bien transmitiéndoles conocimientos. ¿Y qué decir de algunos medios de comunicación? Sería interesante realizar algún estudio científico sobre la llamada prensa rosa o del corazón, con los iconos que están formando para las próximas generaciones a partir de los personajillos y personajetes que pululan en sus páginas de papel couché. Todo un futuro prometedor para este país, cuya producción editorial seria cada vez puede competir menos con biografías más o menos amañadas de estos personajes, que convierten sus vergüenzas en sus glorias, para airearlas con satisfacción a lo largo y ancho de la geografía patria. En fin, se podría seguir casi hasta el infinito. Pero es necesario ajustarse al espacio del que se dispone. Sí, me ratifico. Si Erasmo volviera, podría escribir un nuevo “Elogio de la locura”, que, por desgracia, tendría que abarcar muchos más capítulos que la edición original, para analizar la realidad en la que vivimos.

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