Patio de monipodio

Tres

No es el número de la suerte, pero es uno de los buenos. A la tercera va la vencida, se dice en parafrase del refrán...

No es el número de la suerte, pero es uno de los buenos. A la tercera va la vencida, se dice en parafrase del refrán. Y a la tercera vamos, porque aquí “nadie” quiere repetir elecciones, pero todos rehúyen un acuerdo. Un acuerdo tan simple como aplicar a rajatabla el artículo 99.2 de la Constitución. O reformarla, para que el Presidente sea reflejo del deseo mayoritario de los ciudadanos y no de los partidos. Pero, por lo que se ve, eso no interesa a los partidos, que no quieren perder ni una décima de su preponderancia. Es lícito el desacuerdo con una forma de gobernar, como también es irresponsable el tácito acuerdo-sin-acuerdo para que nadie gobierne. Por eso la responsabilidad debería residir en el Parlamento, único depositante de la voluntad ciudadana. O elección directa del Presidente, o gobernar corresponde al Parlamento, de cuyas decisiones el Gobierno sólo debe ser ejecutor, no protagonista. Y, mucho menos mandatario en el Congreso y en el Senado. Se escudarán en que “como están en funciones”, el Gobierno tiene reducidas sus funciones. Y su voluntad, y sus neuronas ¿también están reducidas? Porque para lo que les agrada, para lo que les conviene sí que “funcionan”. Como, por ejemplo, para permitir el crimen que se está perpetrando en Doñana, por uno de los grandes “premiadores” de algún miembro de Gobiernos anteriores y lo será de este. ¿Justificará eso el favor?

La señora Díaz, en línea con su mentor principal (y exconsejero de la gasista por la “módica” cifra de 125.000 euros anuales), quiere que gobierne Rajoy (en argot, que lo dejen gobernar). No queda muy claro, si para ahorrar el marrón a su partido, o porque le va la marcha. Por el color no será, que la pobre está empeñadísima en defenestrar y, con coherente seguridad sustituir, al actual Secretario General, para lo cual necesita su fracaso. Pero eso ¿no sería también el de su partido? Lo peor de todo esto es que la señora ha olvidado la responsabilidad inherente al cargo que ocupa. Ha puesto el grito en el cielo cuando su Secretario General reconoce el deseo de ser Presidente, pero no lo ha puesto aún por la sanidad, la enseñanza, la pesca, la cultura, el expolio de nuestro Patrimonio natural y cultural, los necesarios cercanías, el AVE transversal, la nueva vía Sevilla-Huelva, Algeciras, Almendricos, Baza, Granada, Jaén, la necesaria, la imprescindible industrialización, y muchos etc. Se equivoca, si se cree cumplida con la A-92, obra de sus antecesores.

Ni ha puesto el grito en el cielo por Doñana, guerra en la que podría lucirse, pues la responsabilidad principal es del Gobierno. A lo mejor no quiere debilitarlo, para no facilitar el camino a Sánchez, en cuya caída pone más energía que en la de Rajoy. Se ve que su pasión por Madrid le nubla la visión del prestigio que ganaría su partido en la defensa de Andalucía. Pero su puesto, hoy, ahora, está en Andalucía. Que nos haga desear su huida urgente a Madrid, está horadando la credibilidad del partido que pretende regir. Eso solamente debe ser preocupante para su partido; para los demás lo es que se haya olvidado de Andalucía. Para los andaluces es una lástima que se olvidara de Andalucía el mismo día que la pusieron. ¿O fue el día antes?

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