Notas de un lector

Al otro lado del horizonte.

Osvaldo Picardo ha reunido en “Y miramos cómo oscurece” (Endymion. Madrid, 2023) una atractiva muestra de ocho de sus poemarios

Publicado: 22/01/2024 ·
11:46
· Actualizado: 25/01/2024 · 11:45
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Nacido en Mar de Plata en 1955, Osvaldo Picardo ha reunido en “Y miramos cómo oscurece” (Endymion. Madrid, 2023) una atractiva muestra de ocho de sus poemarios (1996 -2023).

En su proceso creativo se adivina una notoria exigencia que radica en su concreción verbal. La aceptación de la búsqueda del origen, de la nostalgia, de lo amado…, conforman un sereno vórtice desde el que el escritor argentino relata venturas y aventuras vitales: “Los lugares no nos esperan./ Desaparecen de manera distinta/ en las orillas de una convicción/ y con el cansancio de una foto amarilla (…) Lugares/ que descubrimos para quedarnos/ desde una ventanilla rápida./ En ellos nunca estuvimos solos./ Y no volvemos iguales. Encontrarlos es perderlos…”.

Frente a un sólito bordón de instantes reescritos en su propia costumbre, el yo lírico asume un vaivén de sentimientos desde el que levanta el vuelo de su sentir y de su pensar. Al par de los poemas, el lector hallará una batalla espiritual que remite al enfrentamiento del ser humano contra su mortal condición, contra esa luz que “no se puede creer que alguna vez/ para todos, tenga que apagarse”.

La intensidad en las imágenes, la múltiple sugerencia de sus significantes y la expresividad de lo descrito, alientan en estas páginas una poesía que equilibra la tristura con la noche, las sílabas con el viento, los relojes con las sombras, y vertebran un conjunto donde la esencia poética resulte perdurable: “No sabes qué hay al otro lado del horizonte,/ donde éste termina con el día. No es una barca/ que por cierto flota petrificada entre las nubes (…) Ahí se escribe cuanto has deseado ser/ y una deuda infinita/ que se ha vuelto tu mirada”.

El discurso de Osvaldo Picardo es íntimo y explícito, lo que deriva en un verso de naturaleza sensible. Las lejanas promesas, los labios que una vez incendiaran el ayer, un día de pesca con su padre, los pájaros que no piensan en la muerte, un cuadro de Hopper, un ramo de lilas en un atardecer…, reconvierten estas páginas en materia plural, en transcendente cotidianeidad: “En los mejores días, siento que estoy cavando/ en la nieve que adentro ha caído./ En los mejores días, cuando hay sol y calienta/ quito la nieve de las paredes más débiles,/ de los techos desde donde se hunde hasta el aire/ y de las ventanas, por donde la luz vuelve a ser luz”.

En el Epílogo a esta compilación, “Nadar la música del pensamiento: una poética”, Osvaldo Picardo reúne variados fragmentos en prosa que reflexionan a modo apuntes sobre el quehacer literario. Y anota: “El trabajo transpirado con las ideas -por más realista o lírico que fuere- necesita de una inteligencia serena”.

Desde ese aserto, su poesía quiere ser también melancólica nieve, lluvia equivocada, neblina que se extingue, sol que desafía a la oscuridad; o lo que es lo mismo, lugar común, diálogo incesante con la vida, “donde el recuerdo no ha nacido,/ ni envejecen los ojos”.

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