¿Qué Fue de los Cantautores?
Se pierden en el oscuro sótano de los tiempos los años indeseables del franquismo. No ha de ser este texto el que rebusque en la historia para no extraer nada positivo de la experiencia, ni tampoco pretende recrearse en el dolor, ni en la angustia del recuerdo. Volver a los momentos del tercer cuarto del siglo XX español acaso arrastre inexorablemente añoranzas tristes, pero estas quedan en la memoria y cuanto menos se expongan en el escaparate de la actualidad, mejor para ir superando la carga emocional que nos dejó, mejor aún si las heridas abiertas se van cerrando en forma de reconciliación tras la justa reparación de olvidos e injusticias, donde la memoria histórica es capítulo imprescindible para dar fin a la contienda, de una vez por todas.
Se va haciendo necesario ese paso adelante, pero para que sea firme y consolidado, precisa de que, sin ánimo alguno de revancha, se vaya dando el sitio a cada uno de los protagonistas.
Quizás existió un colectivo, cuya labor heroica por lo arriesgada, nunca se reconoció en todos sus méritos: los cantautores.
Había que ser muy valiente y muy comprometido para subirse a un escenario, donde te esperaban cientos de seres anónimos que aprovechaban las canciones para sentirse más libres. Nosotros, quienes utilizábamos como pretexto estos espectáculos para reivindicar a gritos lo que no era fácil decir en otros espacios públicos, en tanto que ellos se jugaban, cuando menos, perder su libertad, o sufrir agresiones oficiales o extraoficiales,sino más. Solo por decir a boca llena lo que pensaban y lo que los demás soñábamos oír.
He de confesar que estas letras sintieron la necesidad de ser escritas cuando días atrás, rebuscando en los recuerdos, me di con esa maravilla de poema de Luis Pastor que copio en el título.
“¿Qué fue de los cantautores?” refleja mejor que nada que haya leído o escuchado la realidad de esta gente generosa, valiente, comprometida y sacrificada. Como muchos de quienes nos aprovechamos de sus heroicas actuaciones fuimos relegándolos, en casos por olvido y más aún por conveniencia.
Hurgar en las conciencias que es labor del cantautor comprometido, de aquellos que se citan, es incómodo para quien desgobierna, venga de donde venga y sea del color que sea.
Todos fuimos culpables de su olvido, incluso ellos mismos. Seamos honrados y reconozcámosles, como vacuna contra la injusticia, el conformismo, el adocenamiento y tantas lacras como nos acosan.
Aún quedan algunos de entonces, que se han mantenido honestos y consecuentes, no se puede decir de todos; pero también han surgido algunos nuevos, como esos raperos perseguidos por la nueva censura que levantan de nuevo la antorcha de la libertad de expresión. ¿Acaso se desconocen casos de a quienes se les persigue, se les censura, se les acusa y se les procesa por mostrar a esta sociedad que aún le falta para ser libre con mayúsculas?
Gracias a estos cantautores; a los que fueron, a los que siguen siendo y a los que serán; a los que han continuado y a quienes han aparecido para decirnos lo que hacemos mal y lo que nos disgusta. Como decía el poeta, ya no sé si con razón, “Nunca medraron los bueyes en los páramos de España...”
No se puede terminar sin citar al menos a algunas que por su labor destacada merecen un reconocimiento expreso: a Raimon, a Paco Ibáñez, a Lluis Llach, a Chicho Sánchez Ferlosio, a Elisa Serna, a Hilario Camacho, a María del Mar Bonet, a Marina Rosell, a Francesc Pí de la Serra, a Mikel Laboa, a Imanol, a Miro Casabella, a Benedicto, a Bibiano,a Adolfo Celdrán, a Patxi Andión, a José Antonio Labordeta, A Luis Pastor, a Víctor Manuel, a Rosa León, a Sisa, a Pau Riba, a Luis Eduardo Aute, a Patxi Andión, a Manuel Gerena, a Carlos Cano, a Ovidi Montllor, a Pablo Guerrero, a Joan Manuel Serrat, a Caco Senante, a Voces Ceibes, a las Madres del Cordero, de Mocho Alpuente y nuestro querido, Antonio Piera, a Javier Krahe, a Amancio Prada, a Pedro Guerra, a Manu Chao... y a los jóvenes raperos, como Haze, Nash y tantos otros.
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