Me queda la palabra

Israel, el Pueblo Elegido

Claro es que, como dijo Orwell, “Todos somos iguales, menos algunos que son más iguales que otros”. Pero el dinero de los multimillonarios judíos tiene razones más convincentes que la sangre de los palestinos.

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Cuentan los viejos que en este lugar cuando éramos niños aquellas gentes que se encargaban de la educación, maestros algunos de ellos, al servicio del primer pilar del régimen la doctrina católica, no paraban de refregarnos por las narices que el pueblo de Israel era el pueblo elegido de Dios. Y venga conque la Biblia así lo manifestaba.
Resultaba incongruente que el primer pilar del nacional-catolicismo donde se sustentaba nuestro imperio de quince regiones, nos decía eso sobre el pueblo de Israel, ya que para entonces decir judíos estaba muy mal visto. Estos eran otra cosa que se solía asociar a la célebre conspiración judeo-masónica comunista, que a los oídos de unos críos mira tú lo que entendíamos.
Bueno esto eran cosa más del segundo pilar del nacional-catolicismo, el Movimiento Nacional, o como realmente se llamaba la Falange Española y de las JONS, ya que estos defendían que éramos nosotros, los españoles, con nuestra vocación de imperio, quienes daba la impresión que partíamos el bacalao.
Pues bien, viendo como nos va, me da que este rollo del imperio nos está un poquito de más. ¿Será que tendrían razón los curas pues todavía siguen en lo más alto? Por lo pronto los otros, o se han descafeinado, o han quedado como los dinosaurios en desagradables restos arqueológicos.
No nos olvidemos de Israel. Como todo buen cristiano de la época conocí a Israel a través de la Biblia y en ella seguiré basando este texto. Resulta que el Señor Yaveh les dijo a los judíos que nunca serían dueños de su tierra y les condenaba a vivir errantes, creo recordar que vino a cuento por aquello del Becerro de Oro mientras estaba Moisés en el monte Sinaí, la causa del cabreo del Supremo Hacedor.
Es cierto que la maldición les duró, pero fueron los americanos y los ingleses que a mediados del siglo XX se empeñaron en emmendarle la plana al Dios del pueblo de Israel. O sea, que ni cortos ni perezosos, les crearon un estado donde ni Dios los quería. Y a partir de aquí se montó el cristo. Que si la Primera Guerra Árabe-Israelí, que si la Guerra de los seis Días, que si la Guerra del Yom Kipur, etc, etc, etc. con las consecuencias predecibles, pues si aquello se había partido en dos para que israelíes y palestinos, cada uno en su casa,  compartieran estas tierras, los primeros aprovecharon todas las movidas para ir reduciendo la parte contraria hasta prácticamente la desaparición al estado palestino.
Mucho tuvo que ver que los grandes capitales de la nación más poderosa de la época fueran judíos y que sin la ayuda de estos, ningún candidato a Tío Sam tiene apenas posibilidades de éxito. Al menos nadie les puede negar que toda esta historia del destierro les ha mantenido unidos y que no tiene ningún rubor en ponerle las pilas al mayor gerifalte para proteger a los suyos.
Tampoco es que les falte dinero a los árabes, pero no parece mucha su afición a gastarlo en apoyar a unos insignificantes palestinos. Como consuelo les basta con promocionar y financiar grupos de fanáticos integristas que asustan hasta a ellos mismos. Con toda esta escena la película no puede desarrollarse más que de esta manera. Mientras el sufrido pueblo palestino, dividido geográficamente y también en su gobierno, sufren las consecuencias de las salidas de tono de los radicales de Hamas que controlan la Franja de Gaza, a pesar del presidente de Palestina que pertenece a Al-Fatah.
¿Cómo se puede entender que un grupo que sirve a Israel de justificación para exterminar al pueblo palestino, siga siendo respaldado mayoritariamente en la Franja? Otra pregunta ¿Recuerdan eso de “Más vale morir de pie que vivir de rodillas”? Pues eso.
Israel es un estado militarizado donde tod@s sus habitantes son potenciales soldados y actúan como tal. ¿Se puede entender si no que la práctica totalidad del pueblo elegido de Dios apoye las masacres de palestinos perpetradas por el ejercito sionista?
Pero para eso, que parece no tener solución, se crearon en el siglo XX dos organismos internacionales: La Sociedad de Naciones y la ONU, más o menos la continuación de la anterior. Organización que ya debería haber movido ficha, desplegando los cascos azules como hicieron en otros casos, como en el Congo, Ruanda, Chipre, Mozambique, Somalia, Bolivia y muchos más. Incluso actuaron bélicamente contra Corea del Norte en el conflicto entre las dos Coreas. Otro tanto se puede decir de la OTAN, que por mucho menos intervino contra Yugoslavia, en Afganistán o contra Libia, o ahora que amenaza con hacerlo en Ucrania.
¿No hay suficiente motivo para que los autoproclamados gendarmes del mundo, los Estados de Unidos de América, monten una “Tormenta del Desierto”? ¿O no es lo mismo, incluso peor,  que lo hiciesen por la invasión de Kuwait, montaje orquestado para su justificación, que los asesinatos contra civiles, incluso refugiados en escuelas y otros edificios de Naciones Unidas en Palestina?
A esta gente, eternos genocidas, había que pagarles con la misma moneda que a serbios o a iraquíes, por ejemplo. ¿Dónde están las sanciones económicas contra el gobierno de Netanyahu? Claro es que, como dijo Orwell, “Todos somos iguales, menos algunos que son más iguales que otros”. Pero el dinero de los multimillonarios judíos tiene razones más convincentes que la sangre de los palestinos.
Y mientras tantos cientos de personas pierden la vida cada día frente a uno de los ejércitos mejor pertrechados y más profesionalizados del mundo.
¡Y todavía hay descerebrados que pretenden ridiculizar a quienes nos manifestamos contra esta barbarie!

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