24 años de gloria reducidos a una simple cirrosis hepática. Así es como muchos han calificado en la red a la que fuera alcaldesa de Valencia, y uno de los pilares importantes del Partido Popular.
Es triste leer que hasta después de su muerte, se le siga sacando partido a las controvertidas circunstancias de su fallecimiento, no dudando en soltar lastres para aprovechar todo este entramado, desviando la atención real que merecen estos hechos y lanzar los dardos más ruines y envenenados.
La senadora valenciana jamás pasó desapercibida, incluso tras su muerte, como así lo expresó el portavoz de su partido: “Barberá es un espectáculo que producía buenas audiencias”, y seguirá siéndolo por mucho tiempo.
Pero aprovechando las sutiles palabras de la señora Celia Villalobos, en las que culpó a los medios de comunicación de este trágico incidente, imagino que rectificará, dado que los datos son bastante claros, un hecho que particularmente me entristece.
Pero sí, imagino que la musa del humor del 73 se marchó con pena y triste, algo que debería servir de modelo de referencia negativo para no seguir los mismos derroteros.
Está claro que la sociedad no está por la labor de respetar a quien no respeta, y al margen de las desagradables circunstancias, uno recibe aquello que se gana en su trayectoria.
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