La Tribuna de Nertis

Algo cultural

Terminó el verano y comenzó la Bienal. Como para muchos, el mes de agosto es para mí especialmente provechoso para la lectura, aunque con esto de lo ordenadores y las complicaciones en la vista debidas a los años que voy cumpliendo, cada vez sea un poquito más difícil esto de leer...

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Terminó el verano y comenzó la Bienal. Como para muchos, el mes de agosto es para mí especialmente provechoso para la lectura, aunque con esto de lo ordenadores y las complicaciones en la vista debidas a los años que voy cumpliendo, cada vez sea un poquito más difícil esto de leer. Pero de lo que he leído este verano  no puedo dejar de aludir a dos libros concretos.

Así, de un autor español me ha entusiasmado “Un millón de gotas” del barcelonés Víctor del Arbol. Y de una autora extranjera, me ha parecido sencillamente magnífica la novela ganadora del último Pullitzer, “El jilguero” de Dona Tartt. Me gustaría recomendar desde mi humilde opinión la lectura de amos.

Pero ahora estamos inmersos en la Bienal, que tengo que decir que para mí ha comenzado con una enorme decepción.

La primera desilusión fue sin más que  la gala inaugural comenzó con unos 20  minutos de retraso sin que acierte a tenderlo. Avisan por megafonía que el espectáculo va a comenzar y sencillamente la gente sigue saludándose fuera unos a otros sin entrar a las butacas. Parecía que lo importante es que te vieran y que todo el mundo supiera que se estaba allí y que lo que menos importaba era el espectáculo como tal. Y algún extranjero  -especialmente japoneses- de esos que es admirable que vengan a la Bienal y que tenemos que proteger por encima de todo sin entender nada. Permítanme decir que tenemos que dar ejemplo con estas cosas y que desparezcan esas formas de las que nos hemos ganado fama, para ofrecer una imagen que no se gana con esas maneras.

Y la otra gran decepción fue la propia gala. Para mí tuvo algún buen momento con el desgarro por seguiriya de Estrella Morente y el vídeo inaugural de su padre Enrique (quizás lo más flamenco de la noche fuera algo enlatado aunque genial), pero en general fue larga, aburrida, tediosa y en absoluto un exponente de lo que debe ser el flamenco. Me pareció bochornoso lo de un guitarrista silbando Amargura que no sé que pinta en una noche como ésa. O esos momentos en que contemplamos toda una actuación que consistía en un pianista, una guitarra eléctrica, un batería completa y un saxofón tocando y pretendiendo hacernos ver que eso es flamenco. Podría seguir describiendo lo que me parecieron enormes errores de algo ajeno al flamenco, pero prefiero decir que espero simplemente que algo tan importante como la Bienal de Flamenco para nuestra ciudad termine mucho mejor que como ha empezado.

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