La tribuna de El Puerto

Menuda paradoja

Asuma su responsabilidad y parafraseando lo que se oía antaño en el Parlamento de los Diputados: “váyase, Sr. De la Encina, váyase”

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Se acerca el final del año. Un año más… ¿O un año menos? Ya estamos con lo de “la botella medio llena o medio vacía”. En función de cómo haya transcurrido el año, seguro que nos decantaremos por el “más” o por el “menos”. Lo que queda claro es que en la política local estamos a un año menos de alcanzar la nueva reválida, ya se vislumbra el 2019 al final del camino. Dos años y medio han pasado ya desde la última llamada a las urnas; en aquel entonces, las promesas y consignas lanzadas desde detrás de las pancartas era lo que “pitaba”, nunca mejor dicho porque, a la hora de hacer ruido, una pancarta no es buena sin un buen pito... o silbato, como ustedes prefieran.

Y llegaron, los de la pancarta.  Y era tan larga… la pancarta, pues en ella cualquier promesa que se pudiera traducir en votos tenía cabida y se unieron muchos a sostenerla… la pancarta, digo.

Unos eran conscientes de que las promesas se quedarían atrás, en las pancartas. Otros, la sostuvieron con una esperanza falseada por los líderes de barro y otros, la sostuvieron convencidos porque siempre lo estuvieron y, algo que les aplaudo, siempre lo estarán. Pero cuando uno llega y toca dejar a un lado la pancarta y toca cumplir lo prometido, ¡ay, amigo!, la cosa cambia. Cuando se les cae la pancarta ya tienen los dedos hechos a ella, ya no saben qué hacer.

Entonces, automáticamente, la mano que acostumbraba a sostener la pancarta se ve fuera de lugar, se torna en la mano que acusa jaleada por los líderes de barro, que esos, esos sí saben qué hay que hacer cuando la pancarta se cae. Han pasado dos años y medio y eso no es cuestión de si la botella está medio llena o vacía: han pasado.

Dos años y medio en los que la ciudad estuvo en manos, primero del Tripartito y luego, del Bipartito. Dos años en los que la ciudad sufre la una falta de gestión clara; sólo hay que ver el contenido de los plenos en la Casa Consistorial: modificaciones presupuestarias tras modificaciones presupuestarias, donde los únicos puntos que dan contenido a los mismos son los que aportamos desde la oposición.  Y ahora, ¡menuda paradoja!, la culpa de esta inoperatividad la tienen los que ya no estamos.

Todo el sufrimiento de esta ciudad es responsabilidad de los que ya hace dos años y medio que no tenemos competencias de gobierno… o del Sr. Rajoy. ¡Que qué bien les ha venido a estos de la pancarta que el Sr. Rajoy esté ahí para echarle la culpa de todo! Primero, déjenme que les dirija unas palabras a los que seguramente criticarán estas mías: si a ustedes les molesta que desde la oposición denunciemos la actitud del equipo de gobierno, cómprense mejor el Hola, si no, vuélvanse a la pancarta.

Dicho esto, me vuelvo a la Plaza Peral: llevamos dos años y medio en los que la mayoría del contenido del pacto de gobierno sigue siendo papel mojado, donde las promesas de las pancartas nos están llevando a manifestación tras manifestación a las puertas del Ayuntamiento, donde la gestión brilla por su ausencia.

Y yo me dirijo a mi Alcalde y le pido que asuma su responsabilidad, que él también sostuvo la pancarta. Eso sí, él era el de los pies de barro, él era el que sabía que la mayoría de las promesas no eran realizables. Por eso, él es responsable, como autor material, del status quo de nuestra ciudad durante estos dos años y medio, no la oposición. Permítame un consejo, Sr. De la Encina: deje la pancarta a un lado -sus compañeros le dirán que ya no es digno de ella-, asuma su responsabilidad y parafraseando lo que se oía antaño en el Parlamento de los Diputados: “váyase, Sr. De la Encina, váyase”.

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