La tribuna de El Puerto

El misterio de la mayoría silenciosa

Los recientes acontecimientos políticos han evidenciado que el conjunto de ciudadanos a los que se les suele denominar “la mayoría silenciosa”

Publicidad Ai Publicidad Ai Publicidad Ai

Los recientes acontecimientos políticos han evidenciado que el conjunto de ciudadanos a los que se les suele denominar “la mayoría silenciosa”, posee más capacidad de presión de la que algunos pensaron.

Pero, ¿qué es en realidad la mayoría silenciosa en un colectivo social?

La respuesta es bien sencilla: la mayoría silenciosa es aquella de la que formamos parte cualquiera de nosotros dependiendo de los intereses que tengamos en un momento determinado.

El título de la película “El silencio de los corderos” no alude precisamente a que estos animales fuesen en silencio al matadero, sino más bien al hecho de que aunque no cesan de lanzar balidos alarmados y quejumbrosos, son incapaces de defenderse para impedir su destino.

Por desgracia, también hay muchas personas que, literalmente aborregadas, forman parte de multitudes dóciles que se exponen a situaciones absurdas y peligrosas, convertidos en los instrumentos que manipulan voluntades más férreas que las suyas.

Sabemos que tras morir un dictador, grandes masas de ciudadanos desfilan desconsoladas ante su cadáver, pero a los pocos días celebran eufóricamente la llegada de la democracia.

El miedo hace milagros, y ante el miedo a ser represaliado, marginado y presionado, es comprensible que aparezcan mayorías silenciosas en las dictaduras y en los intentos de implantarlas.

Pero cuidado, esas mismas mayorías tras verse libre de la opresión, la olvidan pronto y vuelven a ser encarriladas hacia su redil. La promesa de pacer en prados suculentos, algún ladrido que otro del perro y la habilidad del pastor, hacen que vuelva pronto el silencio.

Los ciudadanos no somos ovejas ni borregos, no podemos conformarnos solo con dar balidos, por lo que cuando descubrimos que están llevando nuestros derechos al matadero, además de mostrar nuestra disconformidad, debemos impedirlo y asegurarnos de que no vuelva a ocurrir.

La mejor forma de conseguirlo es evitar que la sociedad llegue a ser conducida por individuos que nos tratan como a borregos descerebrados, que mientras son masacrados solo dan inútiles balidos de protesta, que solo sirven para herir la sensibilidad de aquellos que no pueden hacer nada para impedirlo.

En el comportamiento de los corderos no hay misterio, en el de las masas aborregadas tampoco. En todo caso, el misterio estaría en el motivo de porqué muchas de las personas que se deciden a protestar ante lo que con su silencio permitieron que ocurriese, tras arreglarse la situación probablemente vuelvan a caer en la misma actitud.

O lo que es lo mismo, volverán a formar parte de la mayoría silenciosa.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN