Y la burra al trigo. El Dr. No continúa en sus trece. Los españoles esperando el maná. Los diputados encantados de la vida, la gran mayoría de ellos cobrando sin trabajar y además se van turnando. Mientras el pueble pague, tira ‘palante’, dame pan y dime tonto. Los cabecillas, es decir, el Dr. No y el correcaminos, han demostrado por pasiva y por activa que lo que les preocupa realmente, mucho más que el país, es el sillón. La poltrona, como dice una afamada periodista.
El primero porque todavía no ha tocado pelo y quiere cortar las dos orejas y el rabo sin muleta y sin espada, y con una cuadrilla que en el partido están deseando renovar junto con el maestro. En cuanto al segundo, el andarín tempranero, ya debió dimitir tras el fracaso de las elecciones de diciembre, pero sus adláteres, esa corte de pelotas que le dedican oda tras oda loando todas sus acciones por insignificantes que sean, esos que no quieren perder su estatus social y económico, bastante alto por cierto, todo ello unido a que, según parece, dicho sillón debe tener un mecanismo que se introduce por donde no debe creando un clima placentero de inmovilidad; es lo que no ha permitido un cambio radical en el cuadro de mandos, un cambio que tendrá lugar, si vamos a unas terceras elecciones, o al menos es lo que pienso.
Del tercero en discordia, del pacificador, comentaré otro día. La única conclusión que he sacado tras tanto tiempo con un gobierno en funciones es que hay casi 500.000 parados menos, que los afiliados a la Seguridad Social han aumentado en casi 625.000, que los menores de 25 años sin trabajo han disminuido en 85.000 personas y que, por ejemplo, en Andalucía el record turístico resucita a los establecimientos hoteleros que cerraron en los tiempos de crisis. Me pregunto si no será mejor seguir sin gobierno. Volver a las urnas no tiene sentido si no renuevan todos los candidatos, y digo, todos.
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