La salita de Moy

Con los botos llenos de arenas

Las plegarias del camino no entienden de explicaciones lógicas o teorías fundamentadas. Es pureza, nada más...

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Las plegarias del camino no entienden de explicaciones lógicas o teorías fundamentadas. Es pureza, nada más. Es sentirte parte de un todo mientras eres nada. Notar una mano de tu hermano cuando te hace falta. Es una lágrima que nace para brotar desde la raíz de tu felicidad. No es más que un camino de arena. Porque polvo somos y en polvo nos convertiremos. Así que pasa a esta salita en la que hoy, de manera excepcional, no hará falta que te limpies los zapatos porque esta polvarea es la bendición de la Señora.

Las piernas van rotas, pero las almas llenas de gracia porque la Virgen del Rocío, la patrona de Almonte, quiso regalarnos el don del Espíritu Santo sin volver a pedírselo. Ella sabe que los que van a su casa no requieren de teoremas que insten su presencia. Quién va sabe perfectamente porqué va y porqué la ausencia es la condena del romero.

Todos quieren volver, a pesar de caminatas eternas. De noches sin descanso. De torceduras de piernas. De duchas con tiempo limitado. Nadie va a pensión completa, ni falta que hiciera. Porque todos van y vuelven por un mismo sentido, o mejor dicho, un mismo latir, Ella.

Pero la satisfacción de ir sin nada y regresar con todo es un sentimiento tan impagable que sólo puedo aliviar mi ansia con el deseo de volver, de ir a perfilar su infinita gracia dentro de un año. Y si Espartinas lo brinda allí estaré. No faltaré a su llamada y a los rezos ante su Bendito Simpecado. Volveré a agarrar con mis manos la carreta de plata y sentiré, estoy convencido, el cariño de una familia, de unos amigos, que guiaron a este humilde peregrino.

“Los Casomalo” es una casa sin puertas porque el que llega entra, porque allí están Cano, Sousa, Maché y Lola junto a una reunión de gente buena de verdad. Y sino mira al frente y donde algunos podrían ver el auténtico “eje del mal” otros encuentran la gloria. Allí Manu siempre te estará esperando para cortar el patrón del buen rociero. Y sino estará el Carmona, o Chelo, o Santos, o Tony, o el patriarca, o una infinidad de corazones que laten a un mismo compás, el que marca Espartinas cuando va por los caminos gritando ¡Viva la Virgen del Rocío!

¿Que si esto es religión? Quizás la más pura de todas.Te lo afirma con cariño un agotado peregrino desde la Raya Real y con los botos llenos de arena.

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