La novena provincia

Reírse de uno mismo

La risa, el humor, tienen sus líneas rojas, sus límites, aunque haya gente por ahí que defienda que cualquier cosa es admisible aunque supongan insultos......

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REIRSE DE UNO MISMO

 

  Creo ser una persona que tiene sentido del humor. Soy capaz de reírme de mí mismo, y llevo bastante bien que lo hagan otros si hay de por medio una mínimas gotas de inteligencia. Mark Twain escribió que la risa era el arma más poderosa de la raza humana. Es cierto, y creo que deberíamos aprender a usarla más. Pero no todo lo que algunos encuentran divertido tiene por qué serlo, y no todo lo que a determinada gente le parece gracioso tiene por qué ser tolerable o gracioso para el resto de la gente.

  Es posible que a alguien le haga muchísima gracia que una persona con un problema en la pierna tropiece en la calle y se rompa los dientes, pero si se ríe delante de ella será un desalmado.

  Hay una historia de una profesora que había reñido a alumnos suyos de ocho años por reírse de un compañero que tenía una mano atrofiada. Al día siguiente un ejército de padres le recriminó la bronca: ellos veían natural que sus hijos encontrasen graciosos los esfuerzos del pequeño por abrocharse la camisa. A esos padres ni siquiera se les ocurrió pensar que era un buen momento para enseñar a los chiquillos que hay cosas de las que uno no debe reírse, porque pueden hacer mucho daño.

  La risa, el humor tiene sus líneas rojas, tiene sus límites, aunque haya gente por ahí que defienda que cualquier cosa es admisible si resulta lejanamente divertida para una minoría.  Eso está ocurriendo ahora con esos Twits  insultantes, faltando siempre al respeto a la religión(curiosamente, siempre a la católica) o deseando la muerte de alguien. Ahora a eso se le está llamando “libertad de expresión”.

  Pero yo  cada vez tengo más estrecha la vara de medir, y cada vez me molesta más la simpatía de esos cretinos que sólo intentan hacer gracias a base de ofensas y de injurias. Hay algunas publicaciones que se suponen que son humorísticas, y la verdad es que producen vómitos. Determinadas manifestaciones que se dicen divertidas despiertan en mí algo parecido al asco.

 

 La risa es una bendición, pero no un salvoconducto para cualquier cosa. No es la patente de corso para el insulto.

  No, no me hace nada de gracia que se ofendan las creencias de ningún colectivo ya sea grande o pequeño, ni que una discapacidad sea motivo de pitorreo, ni que los tópicos más agrestes se conviertan en materia de guión en una televisión pública. Nos estamos perdiendo. No sé hacia donde va esta sociedad.

Algeciras a 7 de marzo de 2018
Patricio González

 

REIRSE DE UNO MISMO

 

  Creo ser una persona que tiene sentido del humor. Soy capaz de reírme de mí mismo, y llevo bastante bien que lo hagan otros si hay de por medio una mínimas gotas de inteligencia. Mark Twain escribió que la risa era el arma más poderosa de la raza humana. Es cierto, y creo que deberíamos aprender a usarla más. Pero no todo lo que algunos encuentran divertido tiene por qué serlo, y no todo lo que a determinada gente le parece gracioso tiene por qué ser tolerable o gracioso para el resto de la gente.

  Es posible que a alguien le haga muchísima gracia que una persona con un problema en la pierna tropiece en la calle y se rompa los dientes, pero si se ríe delante de ella será un desalmado.

  Hay una historia de una profesora que había reñido a alumnos suyos de ocho años por reírse de un compañero que tenía una mano atrofiada. Al día siguiente un ejército de padres le recriminó la bronca: ellos veían natural que sus hijos encontrasen graciosos los esfuerzos del pequeño por abrocharse la camisa. A esos padres ni siquiera se les ocurrió pensar que era un buen momento para enseñar a los chiquillos que hay cosas de las que uno no debe reírse, porque pueden hacer mucho daño.

  La risa, el humor tiene sus líneas rojas, tiene sus límites, aunque haya gente por ahí que defienda que cualquier cosa es admisible si resulta lejanamente divertida para una minoría.  Eso está ocurriendo ahora con esos Twits  insultantes, faltando siempre al respeto a la religión(curiosamente, siempre a la católica) o deseando la muerte de alguien. Ahora a eso se le está llamando “libertad de expresión”.

  Pero yo  cada vez tengo más estrecha la vara de medir, y cada vez me molesta más la simpatía de esos cretinos que sólo intentan hacer gracias a base de ofensas y de injurias. Hay algunas publicaciones que se suponen que son humorísticas, y la verdad es que producen vómitos. Determinadas manifestaciones que se dicen divertidas despiertan en mí algo parecido al asco.

 

 La risa es una bendición, pero no un salvoconducto para cualquier cosa. No es la patente de corso para el insulto.

  No, no me hace nada de gracia que se ofendan las creencias de ningún colectivo ya sea grande o pequeño, ni que una discapacidad sea motivo de pitorreo, ni que los tópicos más agrestes se conviertan en materia de guión en una televisión pública. Nos estamos perdiendo. No sé hacia donde va esta sociedad.

Algeciras a 7 de marzo de 2018
Patricio González

 

 

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