La escritura perpetua

Bella Helena

‘Juicio a una zorra’ es una obra feminista y, sobre todo, antibelicista, aunque hable mucho de la guerra

'Juicio a una zorra’ es una obra estremecedora, impactante, superlativa. Se trata de un monólogo escrito por Miguel del Arco para la actriz Carmen Machi que reivindica la figura de Helena de Troya, la mujer más bella del mundo, maltratada por la Mitología y la Historia. “Habría que revisar seriamente quién escribe la Historia”, repiten varias veces sobre el escenario del teatro Pavón de Madrid Helena y Carmen Machi, o Carmen Machi y Helena, las dos fundidas en una, personaje y actriz, actriz y personaje. Puro teatro. En ‘Juicio a una zorra” el teatro se convierte en liturgia. Alcanza el misterio.

‘Juicio a una zorra’ es una obra feminista y, sobre todo, antibelicista, aunque hable mucho de la guerra. “Siglos y siglos aniquilándoos los unos a los otros. Haced la guerra, mortales imbéciles. Seguid a vuestros caprichosos y vengativos dioses mortales o inmortales. Destrozad los campos y las ciudades…”, afirma la dolorida Helena, que ha quedado en la memoria de los siglos como una zorra, cuando se trataba -y así nos lo cuentan Del Arco/Machi- de una mujer inteligente, sensible, enamorada de Paris, ese hijo de reyes troyanos que se crió entre pastores y olía a cabra. Paris no era un guerrero. Amaba la vida y a Helena. Murió quemado, mientras Helena, la única hija que tuvo Zeus con una mortal, fue condenada a la eternidad.

“Estos héroes siempre en busca de emociones fuertes”, grita Helena en referencia a los que obsesivamente buscan o inventan las guerras. Esos héroes que poseyeron a Helena brutalmente o directamente la violaron. Desde que tenía nueve años. ‘Juicio a una zorra’ es la historia de una derrota, de una dolorosa, amarga, lacerante derrota. Se trata del fracaso del amor y de la paz. Es la voz de las víctimas. La función evoluciona hacia un final en carne viva. Helena/Machi contagia su dolor al público, porque se trata de un dolor reconocible, cercano, y empieza entonces a sonar música, melodías de tiempos pasados en la vida de Helena, que actúan como arma poética, pero también como sal sobre la herida por los tiempos irrecuperables, por aquellos instantes felices que solo perviven borrosamente en el recuerdo. “¡Porque yo era Helena de Troya, la mujer más bella del mundo!” 

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