La escritura perpetua

Teatro con marcha

Cuatro mujeres son secuestradas para quedarse embarazadas por arte de magia y tener hijos superdotados, uno de los cuales será elegido por un ente superior para convertirse en el nuevo Caudillo

La obra teatral ‘Proyecto Pedigrí’ es un divertimento, tiene gracia, unos diálogos ocurrentes, y una dignísima representación por parte de las cinco actrices protagonistas. La obra, de Lola Zambade y Eduardo Solís, que también la dirigen, se ha estrenado en el teatro Alfil de Madrid en medio de un gran éxito entre el público que asistió a esa primera función.
        Esta propuesta teatral busca la risa, convertirse en un pasatiempo feliz, que la acción que discurre sobre el escenario llene la mente del espectador de manera alegre durante los 90 minutos que dura la función. No es poco. Aunque podía ser más. ‘Proyecto Pedrigrí’ mezcla la comedia con el cabaré, unos diálogos ocurrentes, brillantes en ocasiones, con el baile. Hay cierto humor inteligente y un erotismo suave. La función tiene ritmo y una indiscutible capacidad dramática para flotar sobre la nada. Los diálogos, en ocasiones, recuerdan los de algunos personajes de Miguel Mihura, Jardiel Poncela o Edgar Neville: pero tal vez sea una simple apreciación.
     Cuatro mujeres son secuestradas para quedarse embarazadas por arte de magia y tener hijos superdotados, uno de los cuales será elegido por un ente superior para convertirse en el nuevo Caudillo. Aparece una monja, que parece una Gracita Morales más dada al rok and roll que al Citroen de Sor Citroen, y esa monja lo complica todo. La religiosa, con su sotana azul, es la llave de cuanto va a suceder. Y en ese entramado transcurre la obra, con las mujeres que se cuentan su vida, con sus gozos -pocos- y sus sombras -muchas-. Una de ellas exclama al borde de un ataque de nervios: “No tengo Twitter, no tengo amor, no tengo dinero, no tengo orgasmos...”. Nada que no se pueda solucionar con la apoteosis de baile del final de la representación. A la chica bloguera le preguntan si va seguir escribiendo post, Y responde: “Post supuesto”.
     Un divertimento, que consigue que el público pase un buen rato. Lo que no es poco, ya está dicho. La mayor ovación de la noche se la llevó la autora, Lola Zambade, que subió a saludar desde el escenario bailando, llena de marcha: como su obra.

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