La escritura perpetua

Años del Buitre

La Quinta del Buitre ganó con el Real Madrid cinco campeonatos de Liga consecutivos y dos copas de la UEFA, entre otras cosas, pero la historia no ha sido justa del todo con un grupo de jugadores excepcionales porque no alcanzaron la Copa de Europa

La Quinta del Buitre ha quedado en la memoria como una generación de futbolistas excepcionales con un nombre poético. Eran: Butragueño, Sanchís, Pardeza, Martín Vázquez y Míchel. Ahora se cumplen 30 años desde que el periodista Julio César Iglesias escribiera en 'El País' un artículo colosal titulado 'Amancio y la Quinta del Buitre'. Ahí nació la denominación de esta generación de futbolistas extraordinarios. Surgió de la prosa sublime y de un barroquismo llano de Julio César Iglesias, que acaba de publicar una antología de sus mejores artículos deportivos en un maravilloso libro titulado 'La esfera y el guante'.
     La Quinta del Buitre ganó con el Real Madrid cinco campeonatos de Liga consecutivos y dos copas de la UEFA, entre otras cosas, pero la historia no ha sido justa del todo con un grupo de jugadores excepcionales. Porque no alcanzaron la Copa de Europa, una idea obsesiva en la genética madridista, y con ellos como protagonistas la Selección Española nunca salió de la mediocridad. Era para España la época oscura de la maldición de cuartos, aunque en la memoria haya quedado grabado para siempre el recuerdo del partido sensacional de Emilio Butragueño en el 6-0 de La Roja a Dinamarca en el Mundial de México 86.
     En la Quinta del Buitre hubo un andaluz, Miguel Pardeza, de La Palma del Condado, Huelva, que no triunfó en el Madrid pero sí en el Zaragoza, y ahora es la persona que más sabe en España de César González Ruano, un clásico del periodismo, un maestro, del que Pardeza ha publicado antologías y prólogos.
     El fútbol español vive la nostalgia de la Quinta del Buitre pero detrás de las páginas del calendario aguardaban futbolistas como Iker Casillas, Sergio Ramos, Xavi Hernández o Iniesta. No va más. Todo es evolución. Butragueño corría con el balón pegado al pie, los centros desde la banda derecha de Míchel no los ha repetido nadie y Martín Vázquez fue un talento, en parte, incomprendido.
     Pero añorar obsesivamente el pasado es correr tras el viento.

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