Curioso Empedernido

Un nuevo cambio

RES era una persona atractiva, tierna y leal, aunque hubiera momentos que en sus contradicciones se sintiera inseguro, resentido e incluso frustrado

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Redesvinto oía  hablar de cambios en los últimos tiempos. En realidad la canción le sonaba y a sus cuarenta dos años, todavía recordaba aquel octubre del 1982 del pasado siglo XX, en el que en este país llamado España, ganaron por mayoría absoluta los socialistas capitaneados por. Felipe González.

Desde entonces mucha gente había manoseado y pregonado el cambio pero pocas lo habían llevado a cabo. Pero tal vez lo que nuestro amigo quería hacer era algo más simple aunque sumamente importante para él, y es producir una transformación en su vida, en lo personal.

Aunque con nombre de rey godo, casi todos los amigos le llamaban RES. Tenía un aspecto desaliñado. No es que fuera mal vestido, pero si es cierto que su apariencia era la de un ser tremendamente arrugado, como de haber permanecido casi todo el día sentado o acostado.

Su expresión entre el despiste y el agotamiento, entre el cansancio, la fatiga y la falta de sueño, era todo un poema decadente. No se sentía el mejor. No se creía  lo más de lo más, pero dentro de aquel paraíso del desastre, había que reconocerle su propio estilo y una personalidad seductora.

Todos los julios se escapaba al mismo lugar .Era como una terapia de recuperación, como navegar hacia un paraíso en el que se podía permitir no hacer nada y aquello que emprendía era verdaderamente por amor al arte. Aunque se sentía con toda naturalidad uno más, vivía con una gran intensidad cada instante.

RES era una persona atractiva, tierna y leal, aunque hubiera momentos que en sus contradicciones se sintiera inseguro, resentido e incluso frustrado.Sabía del poder sanador  de las palabras. Entre el vivir y el soñar, prefería elegir lo segundo para conseguir lo primero.

Su imaginación desbocada inventaba todo tipo de historias. Normalmente se sentía pleno, contento y satisfecho. Amado y recompensado por la vida. Tenía el mando de la situación y actuaba de forma sensata pero valiente. Cada día, como en un ejercicio de autodisciplina, dedicaba un tiempo a leer, meditar, caminar y recargarse de vitalidad.

Es posible que no lo creyera, pero era más valioso de lo que él pensaba y capaz de hacer cosas que algunos querían impedir por todos los medios afectados por el virus de la envidia.  Su poder de seducción y embrujo hacia  que su capacidad de conquistar a los demás fuera mayor de lo que el mismo suponía, pero en su realismo jamás se creía único y entre sus límites y fantasías , sus gustos y disgustos , no se alimentaba psicopatológicamente de sí mismo.

Tampoco era partidario de los ídolos ni de los iconoclastas, prefería a la gente normal y capaz de ilusionarse, los cambios a los inmovilismos, las diligencias a las indolencias, los encendidos a los apagados, las luces a las sombras, las autenticidades a las adulteraciones.

Con sus pensamientos, sus intereses y sus experiencias no soportaba  a los cotillas e intoxicadores y  despreciaba el despotismo y la gente hipócrita que le provocaba un cierto desasosiego y ansiedad.  Sin embargo, por encima de cualquier circunstancia se sentía alegre, animado, abierto y afortunado.

Ni deseaba caer en la rutina, ni morir de éxito, y por eso se estaba planteando emprender un nuevo camino en el que sin sobresaltos ni desconciertos hubiera asombros y sorpresas. No quería la placidez y la satisfacción de contemplarse el ombligo sino la aventura  de aprender y crecer cada día para poder ser el mismo. Entre la verdad subjetiva y la objetividad  inexistente navegaba en la búsqueda de una ilusión que le hiciera disfrutar como un niño.
                    

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