Curioso Empedernido

¡Que se jodan!

No se me asusten ni sufran, no me voy a referir en este artículo a la expresión soez, antidemocrática, inapropiada, irrespetuosa e impresentable de la diputada del PP, Andrea Fabra...

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No se me asusten ni sufran, no me voy a referir en este artículo a la expresión soez, antidemocrática, inapropiada, irrespetuosa e impresentable de la diputada del PP, Andrea Fabra, que ya debería estar suspendida de sus funciones, hija de Carlos Fabra, ex presidente de la diputación de Castellón, imputado en numerosas causas judiciales y artífice del único aeropuerto de la Unión Europea sin aviones.

¡Que se jodan! , así exclamó la diputada del PP, cuando Mariano Rajoy explicaba cómo iba a reducir las asignaciones por desempleo a partir del séptimo mes para que se dedicaran a buscar trabajo, pero todos estábamos confundidos, porque el improperio no iba dirigido a los parados sino a la bancada socialista, que como son tan malos y perversos, después lo manipularon todo. ¡Cómo son estos rojos!

Hay gente, afortunadamente todavía los menos, que no quieren convencer ni vencer al adversario, sino eliminarlo y exterminarlo. Son individuos al servicio de sus amos, dispuestos a mentir y a difamar. Son como escribas y fariseos, sepulcros blanqueados, hermosos por fuera y llenos de inmundicia por dentro.

Representan en demasiadas ocasiones a personajes sacados de los manuales de la psicopatología, lobos escondidos bajo una piel de cordero, son incapaces de superar las ideas de las cavernas y el oscurantismo sin soles que luzcan y calienten, comiendo a dos carrillos aunque los demás pasen hambre, porque en el fondo de sus almas y corazones, se dicen una y otra vez, si son pobres, ¡qué se jodan!

En sus carreras de uno para otro lado, sin saber hacia dónde, rehúyen de asumir cualquier responsabilidad sobre todo aquello que provocan pero desconocen, y cuando alguien legítimamente les pide explicaciones, ellos contestan sin ningún poder que la culpa es del otro y que por tanto, ¡que se jodan!

Sus decisiones no les producen ningún problema de conciencia. Son como fotografías en blanco y negro, sin colores, como cuerdas atadas al tiempo en las que se aprovechan cocineros, vocineros y bufones a sueldo para  aderezar platos, lanzar proclamas y obedecer  a los jefes de turno, mientras que quienes más sufren los recortes y ajustes, pues ¡que se jodan!

Pero, además, son  los mensajeros de los que mandan siempre, y continuarán metiendo miedo diciendo y pregonando que lo peor estaba aún por llegar, con la liberalización sin compasión ni piedad, en la que todo iba a ser privatizado y el Estado se iba a convertir en anoréxico.

De todas formas, porque su sensibilidad está bajo mínimos y su atrevimiento no tiene límites, el PP puso en marcha una campaña propagandística para explicar las medidas del Gobierno Rajoy en la que podían decir todas las mentiras del mundo con tal de que después confesaran que sus pecados le serían perdonados y, por tanto, podrían volver a hacer las mayores tropelías políticas.

Mientras, en la calle, muchos ciudadanos anónimos habían salido a mostrar su indignación, y consideraban injustas las medidas del Gobierno del PP, no entendiendo como  a ellos se les quitaba todo y no se les pedía ningún  sacrificio a las grandes fortunas de este país, y por mucha rabia que sintieran, no podían gritar aquello de ¡que se jodan!, tal vez, porque los jodidos eran ellos.

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