Siguiendo la línea que se ha trazado para la precampaña de la precampaña de la campaña con miras a las elecciones de mayo de 2015, el señor Romero y el PA difunden una semana sí y otra también panfletillos –para eso sí que son unos monstruos– en los que comparan datos económicos del mandato anterior con los datos económicos, por supuesto, casi siempre manipulados, correspondientes al actual mandato, a fin de demostrarles a los ciudadanos lo buenos gestores que son. La semana pasada, o tal vez la anterior, si no me equivoco, le tocó el turno a los gastos en ferias y fiestas.
Aseguran los andalucistas que el PSOE dedicó desde 2007 a 2010 unos cinco millones de euros en festejos y el equipo de gobierno que preside el señor Romero apenas algo más de medio millón de euros, desde 2011 a 2014. Y eso estaría muy bien y sería digno de elogio si fuera exactamente verdad, pero no lo es.
Me explico: aun siendo cierto que se ha gastado mucho menos, también lo es que se ha hecho mucho menos en cuanto a la materia de la que estamos hablando. Entre 2007 y 2010 se celebraron actos, muestras comerciales y exposiciones que a partir de 2011 dejaron de celebrarse, pero, claro, eso el señor alcalde y sus compañeros de filas no lo aclaran. ¿Para qué?
Tampoco aclaran, y debieran hacerlo, ya que tanto presumen de transparentes, que desde 2010 para acá muchos costes se han reducido y los salarios han caído notablemente. Esto es, que si hace cinco años por una actuación musical, por poner un ejemplo, se tenía que pagar seis mil euros, hoy se paga la mitad.
Pero, ya puestos, lo que deberían aclarar el señor Romero y su equipo de gobierno es si en las cifras que ofrecen sobre los gastos en ferias y fiestas correspondientes al período 2011-2014 está incluido lo que sufragan los feriantes y los caseteros con cargo a lo que deben aportar a las arcas locales, y no aportan, por el pago de tasas y otros conceptos. Pues he aquí donde está el quid de la cuestión o, si lo prefieren, la madre del cordero.
Ignoro a ciencia cierta si lo que los feriantes y caseteros pagan por cuenta del Ayuntamiento está incluido en las cifras que se divulgan y, ya de paso, en la contabilidad de la institución municipal que la Intervención fiscaliza. Ahora bien, si lo que pagan no está incluido, y tampoco está debidamente contabilizado y fiscalizado por la Intervención, y mucho me temo que no lo está, lo que cabe concluir es que con su modo de gestionar las ferias y fiestas del municipio el señor Romero promueve la economía sumergida, las transacciones en B y, en definitiva, que se defraude a la hacienda pública.
Dicho todo lo cual, yo me pregunto qué entidad, organismo, colectivo o familia desde 2010 hasta la fecha no se ha visto obligado u obligada a reducir su presupuesto. La mayoría lo ha tenido que hacer, incluso saliéndoles las cuentas y disponiendo de balances saneados. Así que no sé yo a qué viene eso de presumir de tanto ahorro durante los últimos tres años cuando la realidad es que se ha ahorrado porque no ha quedado más remedio. Como ya dije en alguna otra ocasión, el señor Romero y compañía convierten la necesidad en virtud y, encima, sacan pecho.
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