Opiniones de un payaso

Aunque nos tomen por tontos

Esta semana he visto a través de los diferentes canales de televisión la campaña puesta en marcha contra el fraude por la Agencia Tributaria y he de decir que, en parte, no ha dejado de parecerme algo así como una ironía, aunque la aplaudo.

Publicidad Ai Publicidad Ai

Esta semana he visto a través de los diferentes canales de televisión la campaña puesta en marcha contra el fraude por la Agencia Tributaria y he de decir que, en parte, no ha dejado de parecerme algo así como una ironía, aunque la aplaudo.
Está muy bien eso de concienciar a los ciudadanos para que cumplan religiosamente con sus deberes cívicos y, sobre todo, con sus obligaciones tributarias, pero resulta un tanto difícil trasladar ese mensaje y convencer de esa necesidad en un país en el que estamos descubriendo que el sinvergonzonerío campa a sus anchas, especialmente en las más altas esferas, y que quienes deberían dar ejemplo son los primeros que se saltan la ley a la torera para engañar al fisco cada vez que pueden. En los tiempos que corren resulta difícil, digo, por no decir imposible, convencer al respetable de la necesidad de que contribuya con sus impuestos al bien común cuando quienes más deberían contribuir no lo hacen y quienes deberían cuidar dicho bien común, que no es otra cosa que lo público, tampoco.
No se trata de una burla, ni muchísimo menos, ¡faltaría más!, pero hay quien, y no sin motivo, se lo podría tomar como tal. Un gobierno sostenido por un partido que presuntamente ha movido dinero negro por toda o casi toda la geografía del estado, que ha abonado sueldos y sobresueldos no declarados a  algunos de sus más destacados miembros y ha pagado obras de una supuesta caja B está poco legitimado, o debería estarlo, para pedir a la gente, sobre todo aquélla que se las ve y se las desea para llegar a fin de mes, que pague a Hacienda. Un gobierno que no sólo promueve una amnistía fiscal para defraudadores, sino que, además, los premia y bonifica, no es precisamente el más indicado, creo yo, para intentar convencer al personal de que no defraude. Lo cual, evidentemente, no quiere decir que no pueda ni deba hacerlo. Entre otras razones, porque peor sería que encima no lo hiciera. Independientemente de que las campañas de este tipo sean o no efectivas.
En cualquier caso, y como supongo les pasará a muchos de ustedes, cada vez que veo el anuncio de la AEAT invitándonos, rogándonos o instándonos a que seamos buenos ciudadanos a mí lo primero que se me viene a la cabeza es el tema de la imputación de la hermana del rey por un posible delito tributario y la imagen de una fiscalía que tiene por misión perseguir a quienes infringen la legalidad participando en la defensa de la infanta más que en su acusación, como debiera.
Luego, cómo no, me acuerdo también de la trama Gurtel, la historia de Bárcenas y las cuentas de Suiza, el deleznable asunto de los eres, los desfalcos en bancos y cajas, la estafa de las preferentes, etcétera, etcétera, etcétera. Y entonces llego a la conclusión de que, a pesar de todo, hoy día es más urgente que nunca, y cueste lo que cueste, que los curritos de a pie tiremos de honestidad, en la medida de nuestras posibilidades. Hagan lo que hagan quienes mandan. Aunque sólo sea para que a los golfos y los chorizos de guante blanco no les sobren excusas a las que agarrarse y aunque nos tomen por tontos.

http://www.jaortega.es

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN