Jaén tiene la palabra”, fueron las palabras del alcalde, José Enrique Fernández de Moya, para cerrar el último pleno del actual mandato, una sesión en la que quince ediles, algunos de ellos históricos, dijeron adiós al Ayuntamiento porque no repetirán en las listas de sus respectivos partidos. Quedan atrás cuatro años aciagos para la capital. Cuatro años, que sin embargo, podrían incluso ser buenos si analizamos lo que le espera a esta ciudad en el próximo mandato, con los niveles de endeudamiento que tiene el Consistorio y con el bajo nivel inversor de otras administraciones, como la Junta de Andalucía y el Gobierno de España en esta tierra. La micropolítica, que era lo único a lo que podía aspirar este gobierno con la deuda que ya existía se fue por el desagüe de los días y los desvelos de las noches y por la ineficacia de una gestión, que aunque consiguió dotar a la ciudad de un Plan General de Ordenación Urbanística, no fue capaz de plasmar tanto proyectos como se vendió, impulsados la mayoría por la iniciativa privada. Como tampoco se supieron limar asperezas con la administración autonómica y provincial y comprometer al Gobierno central del PP a invertir más en Jaén, más allá de la cesión de un edificio (que ya holgaba). Tal y como dijo ayer el alcalde, las luces del pleno se apagan, pero mañana amanecerá de nuevo, con pleno o sin él, y Jaén seguirá necesitando tantas cosas...
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