Indivisa

Morante, te esperamos

Morante de la Puebla ha sido (y no me resigno a decir que aún es) el genio más artista, el torero más genial, el pellizco hecho torero de los últimos años

Publicidad Ai Publicidad Ai

El repentino “hasta luego” de Morante de la Puebla nos ha cogido a todos los aficionados con el pie cambiado. Cierto es que quienes lo vimos el pasado domingo en la Plaza Real éramos conscientes de que algo pasaba por la cabeza del genio puesto que no era normal tanta apatía, tanta desgana, tanta desfiguración de quien, hoy por hoy, es el genio de los genios toreros, el arte que brota de unas muñecas a las que Dios concedió el poder convertir en duende.

Morante de la Puebla ha sido (y no me resigno a decir que aún es) el genio más artista, el torero más genial, el pellizco hecho torero de los últimos años. Puede haberlos (de hecho los hay) mejores, con más técnica y capacidad.

De hecho, en el mano a mano con El Juli del pasado domingo en El Puerto quedó demostrado que Julián López está, hoy por hoy, a años luz del resto del escalafón. Pero creo que hay pocos con tan poca verdad como el de La Puebla.

Por eso quizá no se entienden las razones dadas por el torero para su repentino adiós. Morante solo ha toreado los toros que ha querido y no se ha salido de las dos o tres ganaderías de siempre, fuera a la plaza que fuera. Y nunca ha hecho ademán de aparentar cuando el toro no le ha inspirado la faena que su mente soñaba.

El toreo es un arte; y los artistas no necesitan más razones que la inspiración, las musas, el dictado del corazón, el impulso de su genio interior para justificar su obra o la ausencia de la misma.

Morante de la Puebla ha creado demasiadas bellezas sublimes con sus muñecas y un simple capote o una muleta, ha arrebatado los oles salidos de lo más hondo del corazón, ha volcado plazas y arrebatado el pellizco más sincero del aficionado más cabreado.

Por eso, ahora más que nunca, Morante debe volver. Pero debe hacerlo cuando crea mentalmente que está de nuevo preparado, cuando entienda que hay demasiados miles de aficionados, de taurinos, esperando que esté en plenas facultades. De nada le sirve a la tauromaquia un Morante desdibujado y desganado como el que vimos en El Puerto.

Hay muchos toreros buenos y la temporada no va a resentirse y los aficionados seguiremos yendo a las plazas. La vida y el toreo son más que Morante; la fiesta ha sobrevivido siempre a las ausencias de los más grandes.

Pero necesitamos un Morante y quién mejor que el original. Necesitamos volver a ver al genio hincando la barbilla en el mentón, el mechón desgominado, la media sonrisa, las cosas y singularidades que sólo a él se le ocurrían y de las que solo él era capaz, porque, además, sólo a un artista de su talla se le pueden permitir. Ojalá pronto el mejor Morante esté dispuesto a volver a los ruedos.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN