Si algo aprecia el usuario del transporte público es contar con vehículos modernos, cómodos, que impulsen a utilizarlo y no a desconfiar de él. Sin embargo, si se atiende a la denuncia hecha desde el Sindicato Unitario, la flota de vehículos de la empresa capitalina de autobuses de línea (Emtusa), genera de todo, menos confianza. Según señaló Antonio Olivares, secretario de Representación del SU y miembro del Comité de Emtusa, las últimas unidades datan “de hace ocho años”, mientras que el resto de la flota de vehículos arrastra una media de media de quince años, “que es la vida útil del resto de empresas municipales” de autobuses urbanos.
Claro que las medias, ya sabemos lo que indican: que los hay mucho más longevos, hasta el punto de que Emtusa cuenta con unidades que tienen, según Olivares, hasta 25 años.
Así las cosas, la mitad de los buses cuentan con escalones altos, que impiden su utilización a las personas con minusvalías, pero que los hacen también inaccesibles a personas con movilidad reducida, como los mayores.
Según Olivares, Emtusa cuenta en la actualidad con unos 40 vehículos que estén utilizables, lo que supone que, como salen 35 al día, quedan sólo cinco en talleres, lo que impide que se lleve a cabo el correcto mantenimiento de los mismos, otro problema añadido.
¿Qué supone para los conductores la antigüedad excesiva de los autobuses? Según Olivares, el estado de los asientos es “catastrófico”, algo que se deja patente en los partes diarios y que se comunica de manera reiterada, para recibir siempre la misma contestación: “que no hay dinero”. Así, los conductores pagan aguantando el tirón de trabajar ocho horas en unos asientos en mal estado, duros, sin relleno, inclinados ala derecha o a la izquierda, que cualquiera puede imaginarse lo que supone.
Olivares se queja también de que a pesar de que había un pacto de renovar tres vehículos por año, hace ocho que nada, por lo que si no se ha ido invirtiendo poco a poco, ahora, el problema para renovar la flota es peor, por la cantidad económica que se necesita. Así, los vehículos están cada día peor, hasta el punto de que crece el temor de que algún día no haya suficientes para cubrir todos los servicios, lo que acabará pagando una vez más el usuario.
Por eso, dan ahora un toque de atención con la denuncia pública de sus problemas, y si no son atendidos, el siguiente paso es aumentar las medidas de protesta o acudir a la inspección de trabajo.
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