Hablillas

La sala encantada

Cuando la película terminó tuve la sensación de no haber pestañeado, de no haber salido del cine...

Se anuncia para diciembre el regreso de Mary Poppins, la niñera que hizo llorar a los niños que estábamos en el cine cuando salió de la casa de los pequeños Jane y Michael Banks. Claro que la pena se tornó alegría y esperanza por verla aparecer algún día al abrir la puerta de la nuestra, surcando el cielo de La Isla con ayuda del levante. Era la increíble fantasía infantil alimentada por los cuentos, por aquellas primeras lecturas y películas que no desaparecen de la memoria por muchos años pasados, por muchas etapas vividas.

P. L. Travers creó las aventuras de Mary Poppins para sus hermanos. Nunca pensó que salieran de la casa australiana donde vivían, que un día estarían impresas en papel, que la niñera sería un  personaje con tanta fuerza que saltaría a la pantalla. Creo que fue mi primera visita al cine, porque la televisión era otra cosa. Aquella entrada atrapada entre los dedos de mi madre, la vi como un pasaporte a otro mundo, un trozo de papel estrecho y verde con letras negras que me abría las puertas de una sala encantada que olía a pino alcanforado.

Desde mi perspectiva menuda la preocupación era la oscuridad, cuánto tiempo pasaría desde que se apagaran las luces hasta que apareciera por el aire el haz de la proyección. La incertidumbre y la ilusión no pudieron con la impaciencia, si bien el NODO, Movierecord y los trailers ayudaron a distraerla. Cuando la película terminó tuve la sensación de no haber pestañeado, de no haber salido del cine aunque el aire de la calle me acariciaba de camino a casa, de no tener conciencia de la hora a pesar de que las farolas ya estaban encendidas.

Aquella noche, mientras rescataba la película para verla como demandaba mi imaginación, mientras escogía los números de baile que tanto me impactaron, supe que Mari Poppins llegó a los niños para quedarse, que no importaba que el aire se la llevara porque siempre regresaría. Julie Andrews le dio color y movimiento y Emily Blunt es la niñera que regresa, que vuelve a la vida de los pequeños Banks ya adultos que pasan por un momento difícil. Las comparaciones serán inevitables, tal vez por esa razón Julie Andrews no ha querido aparecer en la cinta, para no fomentarla y por respeto a la joven actriz, según se ha publicado. Es un gesto que le honra, pues a sus ochenta y un años y aunque siga trabajando, esta será una película muy esperada y muy publicitada que reportará no sólo beneficios pecuniarios.

Angela Lansbury, Dick Van Dyke y Meryl Streep estarán en el filme, pero habrá que esperar a la navidad para verlos. Quienes participamos de la carrera de caballos del tiovivo, de la danza sobre los tejados, de la risa contagiosa del tío Albert, de la ternura de la vendedora de migas de pan y del detalle de colocar el pañuelo debajo de la almohada para hacerlo una costumbre, para nosotros será difícil enfrentarnos a una Mary Poppins con la cara de Emily Charlton en El diablo viste de Prada.

Claro que el cuerpo se nos irá acostumbrando desde la recogida de la entrada, con la pantalla de cristal y la voz microfónica, pero a los románticos vuelve la taquilla, los barrotes pequeños que dejaban el hueco justo para que asomara una mano con un trozo de papel estrecho y verde con letras negras, el que nos abría las puertas de la sala encantada que aún no ha perdido el nombre.

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